viernes, diciembre 24, 2010
Un mundo sin mapas
Calle 13. Una música. Una letra. Un mundo despojado de líneas que dividen. Un mundo de todos.
lunes, noviembre 08, 2010
Viva Cappa
Por Fidel Hernández, desde Mozambique
Como un gran goleador frente al arco rival, el Oportunista nunca deja escapar las chances que tiene. Cualquier error del rival o cualquier balón perdido es una tentación para mandar la pelota a la red; cualquier circunstancia o cualquier equivocación es una buena ocasión para ser funcional a las necesidades de pantallas y portadas. No hay excusas ni morales que sirvan para frenar el instinto del goleador. Con gran olfato, poco importa si es conciente o no de para quién juega: siempre al servicio de los discursos del éxito, siempre tirando paredes con los que se venden como vencedores.
Al Oportunista le molesta Angel Cappa. Lo incomoda que critique el silencio del mundo del fútbol frente al hambre como crimen organizado. Lo perturba que siga insistiendo en que ganar no vuelve humana a la condición humana. Le desestabiliza su universo que afirme que jugar bien es tan útil como ser feliz. Lo fastidia que visite la ESMA y los barrios castigados por la exclusión. Lo harta que pretenda cuidar a la pelota como un padre lo hace con su hijo. Lo irrita que no se desnude frente al poder. Lo enloquece que, a diferencia de él, no considere que las ideas tengan que plasmarse sí o sí en el resultado. Lo pudre que no se modernice al doble cinco hegemónico. Lo enoja que crea en las ideologías. Lo saca de quicio que diga que el fútbol es alegría o no es nada.
El Oportunista levanta la cabeza y mira hacia dónde va la ola. Ya no es negocio tirarle flores al Huracán de Bolatti y de Pastore. Ya no es negocio porque escuchó a sus maestros repetir, una y mil veces, que el pasado nada vale y que las emociones son para los estúpidos. Ahora es tiempo de treparse a la moda y echarse a correr para no dejar escapar la posibilidad de gol. El Oportunista pica al show vacío, mancha de mierda la noticia y lanza un disparo en forma de exabruptos de Cappa a un árbitro. Poco conoce de enojos así porque nunca se la jugó por nada más que él mismo. Poco critica a los entrenadores obedientes porque el también vive acatando órdenes sin saberlo. El Oportunista visualiza otro hueco en el área y arranca a toda velocidad. Se cree capaz de opinar sobre todos los temas, incluso sobre los que desconoce. Ve venir la pelota y se relame. Juzga cuántos días se entrena y cuántos se descansa, sacando conclusiones sin que nadie se lo pida. Hace un enganche y se acomoda para el tiro. Inventa afeitadas de bigotes para no tener que cuestionar la lógica. La bola le queda mansita en el punto del penal.
El Oportunista tira y acierta. Es gol. Celebran los mezquinos y se abrazan los egoístas. Llueven papelitos en forma de titulares y de twitters. Cappa los mira fijo, se embronca con razones y sigue construyendo ilusiones de dignidades que no se entregan.
*Texto publicado en Nos Digital, bajo el título "El Oportunista de siempre", en ocasión del despido de Angel Cappa de River.
jueves, octubre 14, 2010
Estados Unidos, según Michael Moore
Extracto del documental "Bowling for Columbine", de Michael Moore.
Más:
Detalles y películas de Michael Moore, en IMDB.
miércoles, septiembre 22, 2010
Adiós, Fiera, gracias por tu leyenda
Antes de que Defensores de Belgrano fuera reconocido como El Dragón del Bajo, Rodolfo César Chiti ya era el más dragón de todos los dragones: tenía el fuego sagrado. Le decían La Fiera porque jugaba como tal. En el estadio de La Techada, allí en Libertador y Comodoro Rivadavia, donde Núñez es orgullo y la ESMA resulta un dolor que todavía lastima, Chiti figura como un símbolo para la historia del club, mito para los que lo vieron poco y leyenda para los que no se pudieron dar tal gusto. Ese emblema -tal vez el más grande de este club, junto con aquellos héroes que mantuvieron a Defe en Primera durante toda la década del 20- falleció esta semana.
Jugó para el rojinegro más de 500 partidos; fue parte de una línea media sin olvido junto a Monaco y Borlenghi; fue fundamental en los ascensos a la B (con vueltas olímpicas incluidas) de 1953 y de 1958; fue parte importante del inolvidable equipo de 1967 que asombró a todos y se quedó a casi nada de Primera, en el Reclasificatorio. Era mago Chiti: ya retirado de su condición de futbolista, como entrenador se hizo cargo de otro equipo inolvidable, el campeón de la C en 1972. Consiguió algo grande esa campaña también: le dio al fútbol argentino a un paradigma del wing derecho, René Houseman, luego campeón con Huracán en 1973 y con Argentina, en el Mundial de 1978.
En tiempos recientes, su sonrisa breve se paseaba por la platea del Juan Pasquale. Era la misma con la que había agradecido que la cabecera visitante llevara su nombre. Dicen que una enfermedad se lo llevó. Pero no es cierto: Chiti -El Flaco, La Fiera, ese mago- seguirá estando ahí, buscando un lugar en La Techada repleta para gritar por Defe.
Texto publicado por el autor del Blog, en Clarín.
miércoles, septiembre 08, 2010
Un equipo lleno de espías
El Dínamo de Berlín es uno de los grandes misterios del fútbol europeo. Un retrato implacable de los tiempos del Muro. Nació a principios de los años 50 a la sombra de la Stasi, esa policía secreta capaz de desapariciones y muertes en nombre de los rigores del régimen comunista impuesto del lado oriental en la Alemania fragmentada, tras la Segunda Guerra Mundial. El equipo construyó su hegemonía en la República Democrática Alemana (fue campeón durante diez temporadas consecutivas entre 1979 y 1988) con un equipo repleto de espías y al amparo de arbitrajes afines a la causa.
Sobre los comienzos del Dínamo, relata el periodista Borja Barba en Diarios de Fútbol: "No hay que pasar por alto el complicado origen del equipo. Tras la Segunda Guerra Mundial, la Alemania Democrática necesitaba símbolos deportivos con los que demostrar su 'infinito' poder. En lo que a fútbol se refiere, se intentó primero con el equipo de la policía, pero los resultados de éste no eran en absoluto satisfactorios y su nivel futbolístico dejaba tanto que desear que se vio relegado de categoría en la temporada 1953/54. Aquello fue entendido como una afrenta a la autoridad y la solución no se hizo esperar".
El Dínamo de Dresden había sido el mejor equipo de la temporada 52/53. En consecuencia, Erich Mielke, jefe de la Stasi, convocó a los jugadores a la Policía Secreta, los convirtió en informantes o espías y los hizo jugar para su equipo, el Dínamo de Berlín. Bajo la órbita del Ministerio de Deportes, se armó también una enorme red de gente dispuesta a contar lo que los otros hacían. "Debemos seguir el comportamiento de los deportistas para saber quién está con nosotros y quién no", fue la advertencia oficial. El principal 'beneficiario' estaba claro: el Dínamo de Berlín. "En la lista de espías se incluyen jugadores del Dínamo, que establece una dictadura deportiva en la manipulada DDR-Oberliga ganando 10 Ligas seguidas en la década 1979-88. Cualquier jugador que se destacaba en otro equipo era alistado en el club", contó Fermín de la Calle en el diario As, de España.
En tiempos más cercanos, tras la caída del Muro de Berlín, se desclasificaron archivos de la Stasi y aparecieron en la lista de espías árbitros como Adolf Prokop (Gustav), Rudi Glöckner (Hans Meyer) o Bernd Stumpf (Peter Richter) y hasta tres entrenadores de la Alemania Oriental: Eduard Geyer (Jahn), Bernd Stange (Kurt Wegener) y Georg Buschner. El fútbol estaba organizado como una versión deportiva de lo que retrató magistralmente "La vida de los otros", la película alemana (escrita y dirigida por Florian Henckel von Donnersmarck) ganadora del Oscar a mejor film extranjero en 2007. No podía haber secretos en la DDR-Oberliga.
El caso de Lutz Eigendorf, conocido como "el Beckenbauer del Este", es emblemático de los días de gloria y de trauma para el Dínamo: en 1983, su Alfa Romeo apareció destrozado contra un árbol, con él adentro, pero en Alemania Federal. Había jugado más de cien partidos entre 1974 y 1979. Pero tomó la decisión de partir hacia el Oeste. Recién en la última década se confirmó: no había sido un accidente. Los tentáculos de la Stasi habían cruzado el Muro. Hubo otros casos que también sirvieron de espejo: Gerd Weber, Matthias Müller y Peter Kotte, jugadores importantes del Dínamo, fueron detenidos en el aeropuerto de Berlín-Schönefeld a principios de 1981 antes de viajar a la Argentina. Querían irse.
Tras la reunificación alemana en 1990, la Stasi fue disuelta. El equipo cambió su nombre con la intención de maquillar su pasado: se comenzó a llamar FC Berlin. Sin embargo, regresó a la denominación oficial de BFC Dynamo (Dínamo de Berlín) en 1999. Sin los beneficios de otros días, el equipo no paró de tropezar: ahora disputa la Oberliga Nord, la cuarta categoría de la Alemania unificada.
Texto publicado por el autor del Blog en Planeta Redondo, de Clarín.
Cine:
"La vida de los otros", un retrato de la Alemania Oriental en los tiempos del Muro. El trailer, versión doblada al español.
Más:
Otros detalles de la película, en IMDB.
domingo, agosto 01, 2010
La isla de una memoria
Dennis Brutus lo escribió acá, en una de estas celdas que ahora son memoria. "Vendrá un tiempo./ Vendrá un tiempo, esto creemos,/ cuando la forma del planeta / y las divisiones de la tierra / serán de menos importancia. /Estaremos capturados en la luz de la amistad./ Una estrella roja de esperanza / iluminará nuestras vidas./ Una estrella de esperanza./ Una estrella de gran alegría./ Una estrella de libertad". El era poeta, pero sobre todas las cosas era un soñador de las causas justas. Su piel blanca y su barba blanca no condicionaban su búsqueda: él quería un mundo de todos los colores. Entró a Robben Island, esa cárcel que ahora resulta un museo de la vergüenza de otros días, con la única cara posible: la de un dolor, la de una militancia.
Allí, en ese mismo espacio de cautiverio convivieron muchos de los héroes de una idea que luego se hizo país y ahora se transformó en Mundial. La isla fue utilizada como colonia de leprosos entre 1836 y 1931. Pero su condición de máximo emblema de la represión aconteció en tiempos del apartheid. Entre esos prisioneros de aquellos días se enumeran Nelson Mandela, Walter Sisulu, Govan Mbeki, Robert Sobukwe y Kgalema Motlanthe. Los mismos nombres que permitieron que ahora la bandera de Sudáfrica sea más colorida que cualquier otra.
En la actualidad, la isla es una memoria activa. Con la prisión clausurada, la UNESCO la declaró Patrimonio Histórico de la Humanidad. Y ahora, desde el coqueto Puerto de Ciudad del Cabo, se ofrecen diversas excursiones para visitarla. También hay souvenirs que se venden en varios rincones del país. En el Waterfront, una chica de ojos claros que nació en Sudamérica y luce más que guapa tiene una remera ajustada que lo cuenta: "46663 / I'm Madiba's neighbour" (soy vecino de Mandela). El líder histórico de este país que no para de seguir naciendo, Nelson Mandela, ocupaba la icónica celda 46664, con idéntico número de preso. Por eso, también el merchandising al respecto. Su imagen y esa identificación con la vecindad, ese precioso sentido de pertenencia. Certezas de que algo nuevo está sucediendo.
Alguna vez el líder de U2, Bono, retrató la dimensión de esa celda y del personaje que la habitó: "No es sólo un símbolo para Sudáfrica, no sólo para África; es un símbolo para quienes aman la libertad. Le dicen Madiba; se llama Mandela". La mayoría de los que ahora están en la excursión rumbo a Robben Island en este ferry impecable lo saben: sin él, la Sudáfrica de todos los matices no existiría.
La isla, según cuentan los guías que la frecuentan, también guarda secretos en las aguas que la rodean. Ocasionalmente se han encontrado durante varios siglos monedas de oro en sus costas. Se debe, dicen, a que a fines del siglo XVII un barco cargado de monedas de oro destinado al pago de salarios en Indonesia naufragó en estas costas y perdió su carga. El tesoro, otro misterio de este territorio indescifrable, permanece aún bajo este océano de bellezas.
Pero más allá de ese oro incomprobable por ahora, habita en Robben Island otra certeza mucho más grande que un tesoro enorme: quienes aquí estuvieron presos, creyeron, soñaron, lucharon, vivieron. Como escribió algún ciudadano de a pie, con los retazos de un inglés aprendido a los tropiezos, en una de las calles menos favorecidas de Ciudad del Cabo: "Para ser vistas, algunas cosas primero deben ser creídas". Eso hicieron Mandela y los suyos. Por eso ahora este país tiene tantos colores posibles. Por eso ahora, acá, un Mundial está en marcha. Y los gritos de aquellos presos son una memoria que late.
Texto publicado por el autor del Blog, en Clarin.com, en ocasión de la reciente cobertura del Mundial Sudáfrica 2010.
Post publicado en conjunto con el Blog Caminos Compartidos.
Cine:
El trailer de Invictus, una película sobre Nelson Mandela.
Más:
Algunas películas y series sobre Mandela, en IMDB.
miércoles, julio 21, 2010
El profesor de vuvuzela
Por Ariel Scher*
El Rey Daniel fue el único profesor de vuvuzela de mi vida y puedo asegurar que no me arrepiento de no haber tenido ninguno más. Lo conocí a las seis de la tarde del 3 de marzo de 1974, mientras los pulmones me reventaban de voluntad por soltar aires y el corazón me ardía de indignación. Lo de los pulmones era lógico porque yo estaba en el nudo de mi adolescencia y respiraba cada cosa que ofrecía la realidad. Lo de la indignación me empezaba en los oídos: un día antes, Carlos Reutemann había ganado el Gran Premio de Sudáfrica, en la Fórmula 1, y un comentarista argentino e impune había proclamado que en esa tierra florecían el orden y la civilización. Por aquella época, yo no era experto en nada y no imaginaba que, treinta y seis años después, en el país del triunfo de Reutemann habría un Mundial de fútbol con vuvuzelas ululando en cada pelotazo. Lo que sabía era que en Sudáfrica a la gente la arrasaban por ser pobre y por ser negra.
Fui a estudiar vuvuzela porque el padre del volante derecho de uno de mis dos equipos de 1974 soplaba una cuando nos alentaba en los partidos que jugábamos los sábados de primavera. Ese padre no entendía mucho de música, pero creía en unas cuantas de las épicas que surcaban al mundo en 1974 y, sin muchos detalles, me había explicado que la vuvuzela era un instrumento a través del que los silenciados de Sudáfrica se hacían oír en el fútbol o en otros juegos. También yo era alguien entusiasmado con muchas épicas y, a causa del desgraciado comentarista de automovilismo, me sentía fuertemente comprometido con los dolores de ese pueblo. Así que dos o tres averiguaciones intensas me pusieron enseguida frente al Rey Daniel.
“Rey Daniel, maestro de vuvuzela”, indicaba la placa de bronce opaco que se veía en el departamento de Villa Crespo al que viajé en busca de sonidos y de justicias. “Este es mi estudio”, me dijo, delante de una colección infinita y abrumadora de vuvuzelas, diseñadas con colores, materiales y anchos tan variados que costaba aceptar que alguien alguna vez en el paso de los siglos y en algún rincón del planeta hubiera emprendido una tarea diferente que tocar o construir vuvuzelas. Muy rápido percibí en el Rey Daniel las generosidades que lo volvían un ser extraordinario, pero no fue por ellas que me dejó elegir el día y la hora de las clases. En verdad, disponía de tiempo: en 1974 y en todos los años siguientes, jamás superó los dos alumnos por mes. Uno siempre era yo.
Fuimos también sólo dos los componentes del público en el concierto de vuvuzela que el Rey Daniel dio en agosto de 1975. Debimos viajar hasta el parque Pereyra Iraola, en La Plata, con un mapa complicadísimo como equipaje, porque los conciertos de vuvuzela sólo podían hacerse en lugares en los que los estruendos incomparables del instrumento no perturbaran a nadie. Con la misma seguridad que me permite afirmar que ninguna belleza es bonita al lado de los ojos de mi mujer o que me gustan los equipos que atacan, puedo sentenciar que los millones de individuos que no se trasladaron hasta el parque Pereyra Iraola se lo perdieron. En cada tema de ese concierto nos envolvió una experiencia cautivante y feliz. El Rey Daniel interpretó la vuvuzela como si Mozart estuviera hospedado en sus bronquios, con una gracia y una melodiosidad capaces de hacer llorar o de hacer bailar. Sin embargo, más que eso, lo que recuerdo es el cierre, cuando el Rey Daniel agradeció la tenacidad de las cuatro manos que lo aplaudían, nos convidó una vuelta de sándwiches de miga y, sobre todo, nos develó el gran secreto de su historia.
Hasta esa cita de arte, yo había supuesto que el Rey Daniel se dedicaba a la vuvuzela con una aplicación que casi nadie dedica a casi nada a causa de los condicionamientos que una de sus pasiones, el fútbol, le había impuesto a otra, la música. Erré. Era cierto que sus horas de arquero le habían dañado cuatro de los diez dedos, vulnerando la perspectiva de que fuera guitarrista. Y también era cierto que las solvencias aeróbicas de un abuelo judío y centrodelantero que empuñaba el mítico shofar y de una tía irlandesa que relataba partidos en su barrio lo habían empujado hacia los instrumentos de viento. Pero sucedía más. En esencia, el Rey Daniel era un trabajador de las causas ignoradas y un adversario de los que ejercían como única conducta la que dictaban las modas. Lo verifiqué en mil situaciones: deploraba a los oportunistas, rechazaba a los que creían que la historia empezaba con ellos, maldecía a los trangresores sin vocación de cambios profundos y detestaba a los que se portaban como si la existencia fuera una ola y andaban arriba de ella. En síntesis, se entregaba a la vuvuzela y a Sudáfrica porque a ambas, maravillosas y nobles, se las castigaba con la indiferencia.
Jamás se conformó con ser un predicador en los cafés o un egocéntrico encerrado en su don de gran músico. Él puso el cuerpo. De todo lo que protagonizó, todavía me impacta una gesta desconocida que no procede de fines de los ochenta, de la mitad de los noventa o del pleno Mundial, todos momentos en los que Sudáfrica se convirtió en otra. Impresiona: el Rey Daniel desfiló por la avenida Corrientes con un cartel que reivindicaba la lucha y los sueños de Nelson Mandela durante el invierno de 1979. Aquella vez se le animó, al menos, a dos obstáculos. El menor era el frío, que le partía los huesos, la garganta y el grosor del magro pulóver bueno que lo acompañaba en esa edad de bolsillos en malaria; el mayor era una dictadura, cuyo plan reprimía a los que sabían que eran reprimidos y a los que no se daban cuenta de que eran reprimidos. Tiritando entre Callao y Montevideo, al frío lo resistió haciendo resonar su vuvuzela como un trueno inagotable. De la dictadura y de la represión zafó porque el primer milico que vino a interceptarlo cometió el error de hacerle una pregunta bravucona. “¿Y usted quién se cree que es para andar con ese cartel por acá?”, lo interrogó, a los gritos. El Rey Daniel lo miró fijo, advirtió en un segundo que se trataba de un pelotudo, y le contestó, tal cual, lo que sigue: “Soy un fanático del boxeo. ¿No lee los diarios, usted? ¿No se enteró de que Nelson 'Dinamita' Mandela es desde hoy campeón mundial de peso gallo?” El milico, machete en mano, tomó la fatal decisión de ir a buscar un diario para comprobar el dato. Cuando regresó, el Rey Daniel ya estaba arriba del colectivo 146, con el cartel recontradoblado adentro de un bolso, convencido de que, en una tarde de sol de un almanaque no muy lejano, merendaría con Mandela, lo ilustraría sobre las magias de la avenida Corrientes y ambos reirían juntos por la evocación de aquel invierno de 1979.
El Rey Daniel nunca apostó por ir hacia donde marcha la corriente. De allí que, en las décadas posteriores, cuando reconocer el valor de Mandela se volvió un acto justo pero también una demostración de corrección política, no se pronunció más sobre el tema. Si yo no anduviera con la ansiedad y con los párpados tan atrapados por la agenda del Mundial, habría advertido que en ese antecedente quedaba escrito un pedacito de mi destino. Ocurrió después de que Portugal y Costa de Marfil terminaran un partido en el que no hubo ruido de goles y sí de vuvuzelas enarboladas por sudafricanos, japoneses, portugueses, marfileños, suecos en estado de turismo y algún argentino que se mezclaba en las tribunas por equivocación o porque así son los mundiales. Desembarqué frente a la placa bronceada y ya mucho más que opaca del estudio de Villa Crespo, toqué timbre y entré, mecánicamente, al estudio. De golpe, una electricidad me quemó el cuerpo. Por primera vez en treinta y seis años, vi vacío ese espacio: no estaba una sola de las infinitas vuvuzelas.
El Rey Daniel me encaró con su sinceridad irrompible y evitó distraerme con mensajes indirectos:
-Me retiro. Dejo. Termino. Veo que la vuvuzela está en auge. No sé si es bueno o es malo. Sólo sé que estoy en paz con lo que hice. Y que ella ya no me necesita.
Lo miré más cerca de la ternura que del asombro. A pesar de los cuatro dedos dañados en sus ensayos de arquero, acariciaba un curioso instrumento de cuerdas que vaya a saber qué postergados del universo le habían enviado. “Suena hermoso y estuvo prohibido durante medio milenio. En cuanto lo domine del todo, empiezo a dar clases”, me anticipó. A los dos se nos apretaban las gargantas con cuestiones que las personas muchas veces sienten y pocas veces dicen. En treinta y seis años de esfuerzos compartidos no habíamos logrado que yo hiciera sonar con armonía a la vuvuzela ni siquiera en un solo intento. No me atreví a comentárselo ni en broma. Demasiadas otras cuestiones me había enseñado el Rey Daniel, compañero anónimo de sonidos que esperan que el mundo los escuche un día, profesor sin igual de vuvuzela, maestro de humanidad.
*Ariel Scher es periodista, escritor y docente.
domingo, julio 11, 2010
Bendita seas, Sudáfrica
Nkosi Sikeleli Afrika, un himno de una reconstrucción. Un grito de Sudáfrica, ese precioso país que tanto sabe de empezar de nuevo; y de abrazar la naturaleza.
Post publicado en conjunto con el Blog Caminos Compartidos, en ocasión del Mundial Sudáfrica 2010. Desde Johannesburgo.
jueves, julio 08, 2010
El perro y el pacifista
Bryan Adams* fue capaz de llenar oídos y corazones durante varias décadas. Con su música, con su sensibilidad, con sus mensajes.
Cuando cumplió 10 años su tío le regaló su primera guitarra y a partir de entonces empezó a mostrar interés por la música, algo que no aprobaba su padre, diplomático de profesión. Al poco tiempo, sus padres se divorciaron, por lo que el futuro cantante se fue a vivir con su madre y su hermano a la ciudad de Vancouver. Bryan pasó parte de su infancia y adolescencia en Portugal, habida cuenta de la profesión de su padre, el Embajador. Vivió en Birre, cerca de Cascais, a unos 25 kilómetros de Lisboa. Por eso, tan bien habla el idioma portugués. A los quince años dejó la escuela y se unió a una banda como cantante haciendo giras por Canadá.
En alguno de todos esos recorridos nació el idilio con la naturaleza. Se hizo pacifista, ecologista y vegetariano. Un día de 1993, mientras se filmaba el video de la involvidable "Please forgive me" sucedió una anécdota que lo cuenta. Apareció el perro del dueño del estudio. No lo querían dejar entrar al lugar. Pero el inmenso Bryan lo invitó a pasar. Le habló, lo acarició, lo invitó a sentarse. Y ahí estuvo el perro del pelo dorado. Lo siguió a todos lados, sentado al lado del cantante, invariablemente. Nadie podía creer que no ladrara cuando sucedía la canción. Pasó hace 17 años. Ahora el video lo muestra al perro andando por el video. Como protagonista elegido. El pacifista sabía y sabe rendir homenajes.
*Bryan Adams ofrecerá un recital el 18/7 en Johannesburgo, a modo de cierre de la Copa de Sudáfrica 2010 y para celebrar el cumpleaños 92 de Nelson Mandela.
Post publicado desde Johannesburgo, Sudáfrica.
viernes, julio 02, 2010
El arquero que murió dos veces
Fue un segundo que le partió la vida en dos. Voló, como en tantas otras ocasiones similares: elástico, seguro, convencido. El remate de Alcides Ghiggia traía la pelota que lo debía consagrar para siempre como lo que era: un arquerazo. Pero esta vez, la decisiva, la más importante, la del destino, Moacir Barbosa Nascimento no llegó. En ese instante que todavía parece durar, aquel 16 de julio de 1950, el Maracaná era un monstruo de más de 200.000 cabezas, un hervidero de gente sólo preparada para la felicidad. Pero Uruguay, el ocasional invitado al festejo de Brasil, terminó siendo el dueño de la alegría propia y del silencio ajeno.
Se vivió como una tragedia deportiva en Brasil y luego se le puso nombre en el mundo: Maracanazo. También se eligió un responsable desde entonces y para siempre: Barbosa. "Llegué a tocarla y creí que la había desviado al tiro de esquina, pero escuché el silencio del estadio y me tuve que armar de valor para mirar hacia atrás. Cuando me di cuenta de que la pelota estaba dentro del arco, un frío paralizante recorrió todo mi cuerpo y sentí de inmediato la mirada de todo el estadio sobre mí", contó entre sollozos el arquero, ya con la certeza de que Brasil se había quedado a la sombra del capítulo más épico del fútbol mundial. Las consecuencias las retrató también el escritor uruguayo Eduardo Galeano: "Los moribundos demoraron su muerte y los bebés apresuraron su nacimiento. Río de Janeiro, 16 de julio de 1950, estadio de Maracaná: la noche anterior, nadie podía dormir; y la mañana siguiente, nadie quería despertar".
Obdulio Varela, partícipe imprescindible y símbolo de la hazaña de La Celeste, peón de albañil, laburante del fútbol y militante de los rezagados, abrazó a los vencidos y bebió la derrota junto a ellos por los mostradores de Río de Janeiro. Palabras más, palabras menos, contó más tarde sobre el gol de Ghiggia: "La culpa no fue de Barbosa. A esa pelota la hizo entrar el destino". Que el Negro Jefe lo eximiera no le alcanzó tampoco a Barbosa.
Hasta ese momento, Barbosa se había ganado un pedazo de la historia. Nacido en Campinas, San Pablo, en marzo de 1921, empezó a jugar al fútbol en Almirante Tamandaré, un modesto club de su ciudad. Lo ponían de wing para aprovechar su velocidad. Al arco llegó mucho por casualidad y un poco por pereza: no le gustaba correr demasiado durante los partidos. Para comer, lavaba vidrios; también atajaba para sus empleadores en el Laboratorio Paulista de Biología, a modo de changa. El siguiente paso fue decisivo: le ofrecieron jugar para Ypiranga, un equipo pequeño de la Liga de San Pablo de entonces.
Sorprendía por su destreza. Y por eso lo contrató Vasco da Gama: se mudó a Río de Janeiro y pronto se hizo crack. Fueron los mejores años del club carioca: con su emblemático equipo conocido como El Expreso de la Victoria (Expresso da Vitória, en portugués) ganó cinco Estaduales en ocho años (entre 1945 y 1952) y el Campeonato Sudamericano de Campeones de 1948 (una suerte de antecedente de la Copa Libertadores). Luego Barbosa jugó también en Bonsucceso, Santa Cruz y Campo Grande.
Su llegada al seleccionado verdeamarelo fue un paso natural e inevitable. Un año antes del Maracanazo, había ganado la Copa América. Pero el día de la maldición llegó y transformó un paraíso en infierno. Lo contó el periodista Ariel Scher, en su espacio De Rastrón: "Barbosa, que merecía los derechos de un individuo corriente, se volvió esclavo de esa circunstancia durante el medio siglo completo que transcurrió desde el instante en el que aquella pelota tocó la red hasta la hora en la que él respiró el último de sus aires. Se lo señalaron en las veredas modestas de Río de Janeiro en las que parecía haberse quedado sin sitio, en los ómnibus en los que viajaba con las miradas de los otros astillándole la piel y en las tribunas desagradecidas que antes le habían aplaudido hasta los tiros que tapaba con las uñas".
Fue declarado culpable sin razón y sin juicio. Y condenado a cadena perpetua por todas las tristezas que el gol de Ghiggia había generado. Con él fueron injustos y hasta miserables. En 1993, en plena disputa de las Eliminatorias para el Mundial de los Estados Unidos, Barbosa quiso pasar por la concentración brasileña a saludar a los futbolistas. Fue hasta la puerta. No lo dejaron entrar. "Que no pase y que no vuelva", fue la orden de las autoridades. Ya entonces, Barbosa vivía de prestado en la casa de una cuñada y se alimentaba gracias a una jubilación de hambre. Lo dijo y lo escribió el periodista Armando Nogueira: "Fue la persona más maltratada de la historia del fútbol brasileño. Era un arquero magistral. Hacía milagros, desviando con mano cambiada pelotas envenenadas. El gol de Ghiggia, en la final de la Copa de 1950, le cayó como una maldición. Cuanto más pasa el tiempo, más lo absuelvo. Aquel partido Brasil lo perdió en la víspera".
En una noche de viernes de abril de hace 10 años, murió Barbosa. Solo, olvidado, despreciado. En Praia Grande, donde entonces vivía y donde lo enterraron luego, no había más de cincuenta personas para despedirlo. Lo evocó un viejo rival, Idario Peinado, estrella del Corinthians en los años 50. Y sobre su ataúd habitaba una bandera del Club Atlético Ypiranga, que entonces ya no jugaba más al fútbol profesional. No había dirigentes, ni famosos, ni autoridades nacionales. Barbosa era un olvido. Lo retrató el escritor mexicano Juan Villoro, autor de Dios es Redondo: "El primer arquero negro de la historia de la selección brasileña murió pobre, humillado y condenado. La prensa casi no registró su muerte. Barbosa no se habría sorprendido. La segunda muerte de Barbosa será la definitiva".
Texto publicado en Planeta Redondo y Misión Mundial.
Post publicado desde Ciudad del Cabo, Sudáfrica.
lunes, junio 21, 2010
El crack de los pies torcidos
Nació entre desamparos, despojado de casi todo. En los días de su infancia de dolores en Pau Grande, a Manuel Francisco dos Santos su hermana Rosa lo bautizó con un nombre que tenía explicación: Garrincha. No se trataba de una casualidad: en su familia lo consideraban natural, escurridizo, chueco y feo, como el pájaro que lleva ese nombre y habita las selvas del Mato Grosso. Ese apodo lo acompañó siempre: en la gloria de sus gambetas y de las ovaciones y en la miseria de sus días finales. Le decían también Mané. Y él, más allá de cómo lo eligieran llamar, resultó invariablemente lo mismo: la alegría del pueblo. Por eso, cuando el director brasileño Joaquim Pedro de Andrade realizó la primera de las varias películas que se hicieron sobre este crack sin igual optó por ese nombre: "Garrincha, alegria do povo".
Su vida parece sacada de algún retazo del memorable film brasileño Ciudad de Dios, de Fernando Meirelles. Una vida ardua, de favelas, de violencia, también de hambre. "Lucha y nunca sobrevivirás... Corre y nunca escaparás...", era el eslogan de la película. Y eso hizo Garrincha en su recorrido: luchó primero entre las carencias que le ofrecía Río de Janeiro y contra los augurios de los médicos, que señalaban que no podría jugar al fútbol; corrió luego por los terrenos del mundo para ganarse la vida y la historia. Un libro reciente, del chileno Reinaldo Marchant, lo define desde el título: "El Angel de las piernas torcidas".
Nada de él hacía imaginar lo que fue: uno de los más grandes futbolistas de todos los tiempos. Hijo de africanos e indígenas, tenía los pies girados hacia adentro, su pierna derecha era 6 centímetros más larga que la izquierda, su columna vertebral estaba torcida y sus problemas se agravaron por una severa poliomielitis. Le ganó a todo eso. Y se convirtió en mago de la raya, en un wing capaz de todo en cualquier momento. Es el máximo ídolo de la historia del Botafogo (con el que ganó tres campeonatos cariocas y dos Copas Río-San Pablo) y obtuvo dos títulos del mundo con Brasil (en Suecia 1958 y en Chile 1962, donde también fue goleador). Armando Nogueira, periodista de TV Globo, explicó alguna vez: "Garrincha es el único jugador del mundo que hizo millonarios a seis compañeros de equipo, sirviéndoles goles hechos: Amarildo, Altafini, Vavá, Paulo Valentim, China y Chinezinho". Tremenda paradoja: Mané murió abrazado a la más extrema pobreza.
Hay una anécdota, ya casi con carácter mitológico o de leyenda, que lo retrata como lo que fue: un jugador maravilloso al servicio del carácter lúdico del fútbol. Cuando el árbitro del encuentro definitorio del Mundial de 1958, el francés Marcel Guigue, señaló el final, Garrincha -al ver a sus compañeros correr para abrazarse y celebrar el triunfo- preguntó qué sucedía. Cuando se enteró de que todo había terminado y que eran campeones, él se disgustó. Había una razón poderosa: quería seguir jugando.
Sobre él, contó el escritor uruguayo Eduardo Galeano: "Cuando él estaba allí, el campo de juego era un picadero de circo; la pelota, un bicho amaestrado; el partido, una invitación a la fiesta. Garrincha defendía a su mascota, la pelota, y juntos cometían diabluras que mataban de risa a la gente. Él saltaba sobre ella, ella brincaba sobre él, ella se escondía, él se escapaba, ella lo corría. En el camino, los rivales se chocaban entre sí". A Garrincha también lo cuentan los números: para Botafogo convirtió 244 goles y de los 60 encuentros que disputó para Brasil, sólo perdió uno.
Su vida de excesos lo condenó pronto: a los 49 años, lo mató una cirrosis. Estaba solo, más allá de los muchos hijos que tuvo por varios rincones de Río de Janeiro. Lo velaron en el Maracaná, ese lugar en el que Garrincha había hecho lo que mejor sabía: regalar alegrías. La gente lo lloró por varios días y varias noches. El inmenso Mané tal vez nunca supo que había generado en los demás lo que casi nunca había conseguido para él: felicidad.
Texto publicado por el autor del Blog en Planeta Redondo y en Misión Mundial, de Clarín.
Post publicado desde Durban, Sudáfrica.
Cine:
Imágenes de Alegria do povo, la película más significativa sobre Garrincha.
Más:
Detelles del film, en IMDB.
miércoles, junio 09, 2010
Soy vecino de Madiba
Dice una remera que ahora llevo puesta: "I'm Madiba's neighbour" (soy vecino de Mandela). Y tiene un número: 46665. No es azar: es el número de la celda de la lado a la del líder sudafricano en los días duros del apartheid. Mañana me pondré otra remera que es negra y que cuenta una verdad que Mandela hizo frase: "History depends on who wrote it" (la historia depende de quién la escribió).
Post publicado desde Ciudad del Cabo, Sudáfrica.
viernes, mayo 14, 2010
El adiós a la Rana docente
Lo supo pronto: Rana quería ser docente aunque jamás le pagaran un sueldo. Quería explicar su mundo, ese que había aprendido entre los rigores de algunas calles que no merecía vivir; tal vez comiendo poco y mal, hurgando comidas, mendiga de cariño.
Entonces, cuando se adaptó a Blanco Encalada, Rana comenzó a enseñar:
Dio lecciones de tolerancia y de gratitud.
Dirigió todas las Cátedras sobre afecto y lealtad que las facultades no ofrecen.
Explicó, mansamente, que para defenderse no es necesario atacar.
Que los espacios se ganan con paciencia.
Que la advertencia siempre es mejor que la reacción.
Que la tristeza se puede curar o sobrellevar con cucharitas.
Que la magia no es patrimonio exclusivo de los magos; los gatos también pueden.
Que quejarse sólo sirve para lo imprescindible: mimos y comida.
Que para construir también hay que conceder (si lo sabrá Reini ahora...).
Por ahí anduvo Rana dando clases gratuitas para personas apuradas. Ahora se nos fue del mundo. Pero nos dejó aquella generosidad de docente vocacional.
Me lo dijo Martín cuando me ofreció adoptarla: "Es un ser divino, especial". Mi amigo no había exagerado ni apenitas. También por eso duele la injusticia: habiendo tantos humanos haciendo animaladas el Tipo de Arriba decide llevarse a este animal tan humano que tanto tenía para ofrecer.
Tal vez, cuando pase el dolor, nos demos cuenta de que el Tipo de Arriba tenía razón: el lugar de Rana estaba en el cielo.
Adiós Rana. Gracias por tanto. Perdón por tan poco...
W & los Raneros.
miércoles, mayo 12, 2010
Xote da Alegria
Brasil, esa magia, esa música de forró (fojó) en la voz y en las melodías de Falamansa, esos recuerdos siempre habitables. Por eso, esta canción: Xote da Alegria.
Se um dia alguém mandou
Ser o que sou e o que gostar
Não sei quem sou e vou mudar
Ser aquilo que eu sempre quis
E se acaso você diz
Que sonha um dia em ser feliz
Vê se fala sério
Pra que chorar sua magoa?
Se afogando em agonia
Contra tempestade em copo d'água
Dance o xote da alegria--a----ra--re--re
Um dê run dê run dê
El forró (fojó) es un género musical y una danza brasileña que tiene sus orígenes en Europa y en Africa. Es especialmente popular en las ciudades de Caruaru y Campina Grande, donde resulta símbolo de la Fiesta de San Juan. En Fortaleza, Natal y Recife son promovidas como grandes fiestas y duran toda la noche.
El Forró es un conjunto de varios estilos musicales, y no de uno solo. Entre varios ritmos diferentes que son frecuentemente identificados como forró, se destacan el "Baião", el "Coco", el "Rojão", la "Quadrilha", el "Xaxado", el "Xote", y "Forro Dos Cumpadre".
domingo, mayo 02, 2010
Antes
Lo escribió y lo canta Jorge Drexler, ese entrañable uruguayo. La canción se llama "Antes". Habla también y sobre todo del significado de "nosotros".
Antes de mí tú no eras tú,
antes de tí yo no era yo.
Antes de ser nosotros dos
no había ninguno de los dos,
no había ninguno de los dos.
Antes de ser parte de mí,
antes de darte a conocer,
tú no eras tú y yo no era yo,
parece que fuera antes de ayer.
Antes que nada
yo quiero aclarar
que no es que estuviera tampoco pasándolo mal antes.
Pero algo de mí, yo no supe ver
hasta que no me lo mostró,
algo de tí, que quiero creer
que no vio nadie antes que yo,
que nadie vio antes que yo
Después de todo
lo que quiero es decir
que no entiendo como podía vivir antes,
no entiendo como podía vivir antes
no entiendo como podía vivir.
Antes de irme
yo debo decir:
yo también pensaba que era feliz
No entiendo como podía vivir antes.
sábado, mayo 01, 2010
Bendito seas...
"El principio fundamental de la anarquía es la abolición del salario y la sustitución del actual sistema industrial y autoritario por un sistema de libre cooperación universal, el único que puede resolver el conflicto que se prepara. La sociedad actual sólo vive por medio de la represión, y nosotros hemos aconsejado una revolución social de los trabajadores contra este sistema de fuerza. Si voy a ser ahorcado por mis ideas anarquistas, está bien: mátenme".
Albert Parsons, Mártir de Chicago, tenía 39 años. Era periodista. Pero sobre todas las cosas, era mago: todavía vive aunque lo mataron en la horca.
viernes, abril 23, 2010
Un discurso de casi cuatro décadas
Exposición de Gabriel García Márquez en la aceptación del Premio Nobel de Literatura de 1982, ante la Academia Sueca. Palabras con una vigencia que asombra. Un discurso de casi cuatro décadas.
Más:
El texto completo, acá.
lunes, abril 19, 2010
sábado, marzo 27, 2010
El tango, ese poema
Poema "El Tango", escrito por Miguel Camino. Un homenaje a su geografía inaugural, Parque de los Patricios, cuando se llamaba Barrio de los Corrales Viejos.
Nació en los Corrales Viejos
allá por el año ochenta.
Hijo fue de la milonga
Y de un taita de arrabal
Lo apadrinó la corneta
Del mayoral del tranvía,
Y los duelos a cuchillo
Le enseñaron a bailar.
*Desde octubre de 2009 el tango es considerado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.
viernes, marzo 19, 2010
Bendita tu locura de sol
Se va el sol del verano. De esta estación con Eduardo Galeano como perfecto guardián de mis inquietudes. Hay brillos, de todos modos, en la despedida. Son -seguro- las luces y el fuego de las palabras de este montevideano, tenaz fabricante de un mundo mejor.
viernes, marzo 12, 2010
El impecable entrevistado
Eduardo Galeano prefiere las entrevistas con medios menores, con periodistas despojados de la farsa televisada. Acepta las consultas de los medios poderosos, pero no hace concesiones. No busca la exposición. Tiene algo mucho más importante para hacer: ofrecer un espacio para la reflexión.
domingo, marzo 07, 2010
Los criminales desnudos
Son filosas sus palabras. No recorren caminos intermedios ni descansan en ninguna comodidad. Crecen, galopan, denuncian. Desnudan a esos criminales impunes: el hambre, los miedos impuestos, los demonios inventados.
sábado, febrero 27, 2010
Detalles sobre el miedo y la desconfianza
Cada pausa de Eduardo Galeano es una invitación a reflexionar. Pero sobre todo, una ansiedad: la de querer seguir aferrado a sus recorridos, a sus relatos.
lunes, febrero 22, 2010
Las guerras calladas
Eduardo Galeano, la pluma de los que no pueden escribir, la voz de los que no pueden hablar, los ojos de los que tienen prohibido mirar... Acá, con los nadies.
jueves, febrero 18, 2010
Palabra de Galeano
Escribe, habla, dice el notable Galeano. Es una paz después de la larga lucha, un abrazo, un encuentro, un camino. Eso es su palabra, su voz, su magia.
domingo, febrero 14, 2010
La calma de la reflexión feroz
Reflexiones, historias, recorridos, vidas latinoamericanas. Eduardo Galeano, en un par de programas especiales de TVE.
martes, febrero 09, 2010
La memoria latente
Eduardo Galeano, al recibir un premio en Italia. Una conferencia ante los ojos del primer mundo. Las militancia de siempre, más allá de los escenarios que lo convocan. Como una memoria que late por el planeta.
miércoles, febrero 03, 2010
Las trampas oficiales
La historia contada y recortada. La Latinoamérica de la enciclopedia, los capítulos convenientes. La memoria rota. Todas esas trampas oficiales. Y ahí anda Galeano, desnudándolas...
lunes, febrero 01, 2010
Sobre el Arco Iris terrenal
Negros tocando marimba y bailando. Códice Trujillo, t. II,E. 142. Durante algún tiempo no se habló mucho de la herencia africana en los territorios americanos que alguna vez pertenecieron a España: sólo se consideraban de importancia las raíces indígena y española. Sin embargo, ahora se reconoce a la africana como tercera raíz de las culturas actuales de muchos países americanos. El texto de la Tonada El Congo habla de un africano que es capturado, separado de su madre y llevado como esclavo a tierras americanas. A pesar del tema triste del texto, tenemos una pieza con mucha energía. La partitura indica que es para voz y bajo, aunque seguramente se hacía con los instrumentos que se hallaran disponibles.
Por Eduardo Galeano*
Haití y la República Dominicana son dos países separados por un río que se llama Masacre.
Ya se llamaba así en 1937, pero el nombre resultó una profecía: a la orilla de ese río cayeron, asesinados a machetazos, miles de obreros haitianos que estaban trabajando, del lado dominicano, en el corte de caña de azúcar.
El generalísimo Rafael Leónidas Trujillo, cara de ratón, sombrero de Napoleón, dio la orden de exterminio de esos negros, para blanquear la raza y exorcizar su propia sangre impura.
Los diarios dominicanos no se enteraron de la novedad. Los diarios haitianos, tampoco. Al cabo de tres semanas de silencio, algo se publicó, unas cuantas líneas, y Trujillo advirtió que no había que exagerar, que los muertos no eran más de 18 mil negros. Después de mucho discutir, acabó pagando 29 dólares por muerto.
*Del libro "Espejos" (2008). Siglo XXI Editores.
Por Waldemar Iglesias*
No debe ser sencillo su lugar. A los 19 años, Mario Balotelli Barwuah debe afrontar hostilidades que cuentan y que traen los siglos: el racismo. Aunque su pasaporte señale que es italiano, su historia dice que es africano y su piel manifiesta que es negro. El nació en Sicilia, esa porción de Italia que el norte señala como una añadidura de Africa. Sus padres vivieron, se conocieron y lo soñaron en la tierra en la que nacieron: Ghana.
A Mario, cuando tenía tres años, lo adoptó una familia italiana en Brescia. Vivió en Concesio, imaginó goles que luego hizo: nunca nadie antes había convertido tantos goles en las divisiones juveniles de un equipo de Italia. Cuando Massimo Moratti -presidente y dueño del Inter- lo vio jugar supo que ese chico de aspecto de atleta olímpico debía vestir la camiseta nerazzurra de su club.
En 2008, Mario -ya una promesa de crack en el ámbito del fútbol- juró la constitución y se transformó en ciudadano italiano. Ese detalle no le importó a nadie en el Calcio. Por ser negro y por jugar bien y hacer goles escuchó silbidos diversos. "Buuuuu", gritaron los hinchas del Chievo Verona, en el primer partido que se disputó este año por la Serie A. El respondió con el gol de la victoria y con un aplauso irónico a los silbidos racistas. Todos se quejaron de su osadía. Esta semana, por la Copa Italia, enfrentó a un rival, Juventus, cuyos hinchas tienen sistematizado el recurso: lo rechazan cada vez que Balotelli toca la pelota. En el Giuseppe Meazza, sin hinchas ajenos, él se tomó su revancha poética: dejó afuera a la Vecchia Signora en la última jugada del partido. El mensaje mudo era claro: que lo silben; él seguirá haciendoles goles a los racistas.
*Texto publicado en el diario Clarín el 1/2/10, bajo el título "Esos goles contra el racismo".
Por Eduardo Galeano*
Haití y la República Dominicana son dos países separados por un río que se llama Masacre.
Ya se llamaba así en 1937, pero el nombre resultó una profecía: a la orilla de ese río cayeron, asesinados a machetazos, miles de obreros haitianos que estaban trabajando, del lado dominicano, en el corte de caña de azúcar.
El generalísimo Rafael Leónidas Trujillo, cara de ratón, sombrero de Napoleón, dio la orden de exterminio de esos negros, para blanquear la raza y exorcizar su propia sangre impura.
Los diarios dominicanos no se enteraron de la novedad. Los diarios haitianos, tampoco. Al cabo de tres semanas de silencio, algo se publicó, unas cuantas líneas, y Trujillo advirtió que no había que exagerar, que los muertos no eran más de 18 mil negros. Después de mucho discutir, acabó pagando 29 dólares por muerto.
*Del libro "Espejos" (2008). Siglo XXI Editores.
Por Waldemar Iglesias*
No debe ser sencillo su lugar. A los 19 años, Mario Balotelli Barwuah debe afrontar hostilidades que cuentan y que traen los siglos: el racismo. Aunque su pasaporte señale que es italiano, su historia dice que es africano y su piel manifiesta que es negro. El nació en Sicilia, esa porción de Italia que el norte señala como una añadidura de Africa. Sus padres vivieron, se conocieron y lo soñaron en la tierra en la que nacieron: Ghana.
A Mario, cuando tenía tres años, lo adoptó una familia italiana en Brescia. Vivió en Concesio, imaginó goles que luego hizo: nunca nadie antes había convertido tantos goles en las divisiones juveniles de un equipo de Italia. Cuando Massimo Moratti -presidente y dueño del Inter- lo vio jugar supo que ese chico de aspecto de atleta olímpico debía vestir la camiseta nerazzurra de su club.
En 2008, Mario -ya una promesa de crack en el ámbito del fútbol- juró la constitución y se transformó en ciudadano italiano. Ese detalle no le importó a nadie en el Calcio. Por ser negro y por jugar bien y hacer goles escuchó silbidos diversos. "Buuuuu", gritaron los hinchas del Chievo Verona, en el primer partido que se disputó este año por la Serie A. El respondió con el gol de la victoria y con un aplauso irónico a los silbidos racistas. Todos se quejaron de su osadía. Esta semana, por la Copa Italia, enfrentó a un rival, Juventus, cuyos hinchas tienen sistematizado el recurso: lo rechazan cada vez que Balotelli toca la pelota. En el Giuseppe Meazza, sin hinchas ajenos, él se tomó su revancha poética: dejó afuera a la Vecchia Signora en la última jugada del partido. El mensaje mudo era claro: que lo silben; él seguirá haciendoles goles a los racistas.
*Texto publicado en el diario Clarín el 1/2/10, bajo el título "Esos goles contra el racismo".
martes, enero 26, 2010
Las raíces de América
Eduardo Galeano, autor de "Las venas abiertas de América Latina", retrata los orígenes de nuestro continente. Una luz sobre esa historia tantas veces mal contada por las voces y las palabras del Imperio. Es la América de este uruguayo mago de las letras. La que él muestra, la que pone frente a su propio espejo, la que compartimos en su esencia.
Anotaciones:
"En nombre de la corona española, Cristóbal Colón fue encadenado, en su tercera travesía de la mar océana, y regresó preso a España. En nombre de la corona española, Vasco Núñez de Balboa perdió la cabeza. En nombre de la corona española, Pedro de Alvarado fue procesado y encarcelado. Diego de Almagro murió estrangulado por Francisco Pizarro, que acto seguido recibió dieciséis estocadas del hijo de su víctima.
Rodrigo de Bastidas, primer español que navegó el río Magdalena, acabó sus días acuchillado por su lugarteniente. Cristóbal de Olid, conquistador de Honduras, quedó sin pescuezo por orden de Hernán Cortés. Hernán Cortés, el conquistador más afortunado, que murió marqués y en cama, no se salvó de ser sometido a juicio por el enviado del rey". De 'Espejos' (2008). Siglo XXI Editores.
viernes, enero 22, 2010
Ahora se acuerdan...
Como si se tratara de un show necesariamente televisado, Estados Unidos se acordó -tras el terremoto devastador- de Haití, el país más pobre de América. Los olvidados, los invisibles, los nadies, los ningunos, los ninguneados ahora son el asombro del mundo que nunca los quiso mirar. Lo cuenta la historia de los que no escriben la historia. Lo retrata Galeano.
Sobre Haití
Por Eduardo Galeano
Los esclavos negros de Haití propinaron tremenda paliza al ejército de Napoleón Bonaparte; y en 1804 la bandera de los libres se alzó sobre las ruinas.
Pero Haití fue, desde el pique, un país arrasado. En los altares de las plantaciones francesas de azúcar se habían inmolado tierras y brazos, y las calamidades de la guerra habían exterminado a la tercera parte de la población.
El nacimiento de la independencia y la muerte de la esclavitud, hazañas negras, fueron humillaciones imperdonables para los blancos dueños del mundo.
Dieciocho generales de Napoleón habían sido enterrados en la isla rebelde. La nueva nación, parida en sangre, nació condenada al bloqueo y a la soledad: nadie le compraba, nadie le vendía, nadie la reconocía.
Por haber sido infiel al amo colonial, Haití fue obligada a pagar a Francia una indemnización gigantesca. Esa expiación del pecado de la dignidad, que estuvo pagando durante cerca de un siglo y medio, fue el precio que Francia le impuso para su reconocimiento diplomático.
Nadie más la reconoció. Tampoco la Gran Colombia de Simón Bolívar, aunque él le debía todo. Barcos, armas y soldados le había dado Haití, con la sola condición de que liberara a los esclavos, una idea que al Libertador no se le había ocurrido. Después, cuando Bolívar triunfó en su guerra de independencia, se negó a invitar a Haití al congreso de las nuevas naciones americanas.
Haití siguió siendo la leprosa de las Américas.
Thomas Jefferson había advertido, desde el principio, que había que confinar la peste en esa isla, porque de allí provenía el mal ejemplo.
La peste, el mal ejemplo: desobediencia, caos, violencia. En Carolina del Sur, la ley permitía encarcelar a cualquier marinero negro, mientras su barco estuviera en puerto, por el riesgo de que pudiera contagiar la fiebre antiesclavista que amenazaba a todas las Américas. En Brasil, esa fiebre se llamaba haitianismo.
Texto de Eduardo Galeano, de su libro "Espejos". Editorial Siglo XXI (2008).
jueves, enero 14, 2010
Mundo se rifa
"La vida según Galeano", la serie de programas que emitió el Canal Encuentro, de Argentina. Aquí, un retrato de este mundo que se rifa.
Anotaciones:
"Nnimmo Bassey, compatriota de Ken Saro-Wiwa, visitó tierras latinoamericanas al año siguiente del asesinato de su amigo y compañero de lucha. En su diario de viaje, cuenta instructivas historias sobre los gigantes petroleros y sus impunes devastaciones.
En Curaçao, frente a las costas de Venezuela, la empresa Shell erigió en 1918 una gran refinería, que desde entonces viene echando humos venenosos sobre la pequeña isla. En 1983, las autoridades locales mandaron parar. Sin incluir los perjuicios a la salud de los habitantes, que son de valor inestimable, los expertos estimaron en 400 millones de dólares la indemnización mínima que la empresa debía pagar para que la refinería continuara operando.
La Shell no pagó nada, y en cambio compró impunidad a un precio de fábula infantil: vendió su refinería al gobierno de Curaçao, por un dólar, mediante un acuerdo que liberó a la empresa de cualquier responsabilidad por los daños que había infligido al medio ambiente en toda su jodida historia". Del libro 'Patas arriba, la escuela del mundo del revés', publicado en diciembre de 1998.
Post realizado desde Mar del Plata.
sábado, enero 09, 2010
Los otros muros
Detrás de las sombras de los muros del mundo, aparecen estos retratos de Eduardo Galeano para quitarlos del pretendido olvido. Para que se sepa a quiénes están separando. Para que conste su dañina existencia. Para que caigan.
Anotaciones:
"En 1947, la India se convirtió en país independiente.
Entonces cambiaron de opinión los grandes diarios hindúes, escritos en inglés, que se habían burlado de Mahatma Gandhi, personajito ridículo, cuando lanzó, en 1930, la marcha de la sal.
El imperio británico había alzado una muralla de troncos de cuatro mil seiscientos kilómetros de largo, entre el Himalaya y la costa de Orissa, para impedir el paso de la sal de esta tierra. La libre competencia prohibía la libertad: la India no era libre de consumir su propia sal, aunque era mejor y más barata que la sal importada desde Liverpool.
A la larga, la muralla envejeció y murió. Pero la prohibición continuó, y contra ella lanzó su marcha un hombre chiquito, huesudo, miope, que andaba medio desnudo y caminaba apoyado en un bastón de bambú.
A la cabeza de unos pocos peregrinos, Mahatma Gandhi inició una caminata hacia la mar. Al cabo de un mes, tras mucho andar, una multitud lo acompañaba. Cuando llegaron a la playa, cada uno recogió un puñado de sal. Así, cada uno violó la ley. Era la desobediencia civil contra el imperio británico.
Unos cuantos desobedientes cayeron ametrallados y más de cien mil marcharon presos. Presa estaba, también, su nación.
Diecisiete años después, la desobediencia la liberó". De 'Espejos' (2008). Siglo XXI Editores.
Post publicado desde Mar del Plata.
lunes, enero 04, 2010
Esos aplausos
Eduardo Galeano, en la Universidad de Córdoba, al recibir el título Honoris Causa, a fines de 2008. El aplauso unánime y final no es más que una consecuencia inevitable.
Anotaciones:
"Predicó en el desierto y murió solo.
Simón Rodríguez, que había sido maestro de Bolívar, anduvo medio siglo por los caminos de América, a lomo de mula, fundando escuelas y diciendo lo que nadie quería escuchar. Un incendio se llevó casi todos sus papeles. Éstas son algunas de las palabras que sobrevivieron.
* Sobre la independencia:
Somos independientes, pero no libres. Hágase algo por unos pobres pueblos que han venido a ser menos libres que antes. Antes tenían un rey pastor, que no se los comía sino después de muertos. Ahora se los come vivos el primero que llega.
. * Sobre el colonialismo mental:
La sabiduría de Europa y la prosperidad de los Estados Unidos son, en América, dos enemigos de la libertad de pensar. Nada quieren las nuevas repúblicas admitir, que no traiga el pase... ¡Imiten la originalidad, ya que tratan de imitar todo!
* Sobre el colonialismo comercial:
Unos toman por prosperidad el ver sus puertos llenos de barcos... ajenos, y sus casas convertidas en almacenes de efectos... ajenos. Cada día llega una remesa de ropa hecha, y hasta de gorras para los indios. En breve se verán paquetitos dorados, con las armas de la corona, conteniendo greda preparada «por un nuevo proceder», para los muchachos acostumbrados a comer tierra.
* Sobre la educación popular:
Mandar recitar de memoria lo que no se entiende, es hacer papagayos. Enseñen a los niños a ser preguntones, para que se acostumbren a obedecer a la razón: no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos. Al que no sabe, cualquiera lo engaña. Al que no tiene, cualquiera lo compra."
Post publicado desde Mar de las Pampas.
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