jueves, julio 17, 2008

Benditas sus manos


A Fernando Gabrich lo conocí a principios de esta década por los días compartidos en Clarín. Puedo decir que mi simpatía nació abrazada también a un gol de su hermano Iván, ese grito tremendo para el 2-1 contra San Lorenzo, el 10/9/2000. Pero más allá de que la distancia no nos hizo amigos, siempre existió afinidad.
El es de Chovet, una localidad de 3.000 habitantes en el departamento General López, al sur de la provincia de Santa Fe. No muy lejos de donde nacieron mi mamá y mis tíos, General Gelly. Allí, el campo es un modo de vida, un trabajo, una búsqueda cotidiana y leal. Allí, no se especula con la comida de la gente...
¿Para qué seguir yo? En el texto que continúa el mismo Fernando Gabrich, destacado periodista e inminente escritor, cuenta las sensaciones de quien vio y vivió el esfuerzo de sol a sol. Lo hace desde la Barcelona que habita hace seis años. Como si ahora, el voto de Julio Cobos fuera --entre otras cosas-- una reivindicación para las benditas manos de sus familiares.

Hoy soy feliz viejos. Hoy lloré por las calles de Barcelona. Nadie aquí podía entender mis lágrimas y mi cara de alegría. Me daba igual. Lloré y fui feliz porque mi mente los vio a ustedes felices, en la cama mirando TN y abrazados con los ojos cansados por tantos meses de angustia, de tensión, de irrespetuosidad.
Hoy soy feliz Papi. Te vi como si estuviera sentado al lado de la cama tomando mates con vos. Te vi como no parabas de llorar, como descargabas tanta angustia de todos estos meses en lo que te llamaron hasta golpista y oligarca. ¿Golpista vos que cuando fue el golpe del 76 estabas con el culo sentando arriba del tractor y haciendo lo que único que te enseñó el abuelo Nicola: laburar la tierra. ¿Oligarca vos Papi? ¿Vos, que llegabas a las 2 de la madrugada, con tierra y mugre hasta en los oídos por culpa de la cosechadora que siempre daba problemas? ¿Oligarca a vos? que con 13 años te subías a un tractor a trabajar y tu único anhelo era poder terminar de arar o de sembrar para poder jugar el domingo para San Martín.
Al fin Papi. Al fin un reconocimiento.
Hoy soy feliz Mami. Hoy no pude contener las lágrimas luego de hablar por teléfono con vos. No pude porque nadie tiene el derecho a maltratarte como lo han hecho en estos días. Nadie, por más gobernante que sea, tiene el derecho de imponer. Que saben ellos de las noches que pasaste sola, cuidándonos, porque papi tenía que trabajar. Que saben ellos, los que hablan de cuatro por cuatro, cuando vos andabas en una bicicleta de piñon fijo que te rompía las canillas pero que era lo único que el abuelo te podía comprar. Que saben ellos de criar pollos porque comprarlos en el almacén era muy caro, que saben de juntar los huevos en el gallinero, de preparar dulce de leche casero para la merienda con mate cocido.
Al fin Mami. A fin un reconocimiento.
Hoy soy feliz viejos.
Porque lo vi a Marcos llorando plena madrugada de Rosario abrazado a Yessi, sin importarle un carajo tener que ir al trabajo sin dormir y luego, seguir estudiando para poder recibirse.
Hoy soy feliz.
Vi como Iván se cruzaba hasta la habitación de Ema para decirle: se pudo Emita, se pudo. Vi como una lágrima se escapaba de los preciosos ojos achinados de Ana. La imagine pensando, se pudo. Se pudo.
Hoy soy feliz viejos.
Hoy por fin, después de 34 años y desde la distancia, vi triunfar a la Argentina que no quiere divisiones, ni patoterismo, ni engaños.
Hoy soy feliz.
Por ustedes. Se merecían un reconocimiento.

Fernando.
Barcelona, 17 de julio de 2008.


Post publicado desde Mar de las Pampas.