martes, septiembre 22, 2015

Niño, nuestro

(Para Loli)

Niño de amor que había sido
De amor nuevo, de repente

Niño que viviste sin nacer
Sin mirar, sin decir, sin rozar

Niño que ya no estás
Y que fuiste sin saber

Niño que serás recuerdo
De una historia de abrazos

Niño sin nombre, sin después
Que serás siempre vida

Niño que sos pretendida poesía
Para que tu ausencia no hiera

martes, septiembre 08, 2015

La playa y la imaginación


Agujero negro*
El hombre pasea por la playa solitaria y encuentra, depositada en la orilla por las olas, una botella de cristal negro, con una señal muy extraña impresa en su tapón. Mientras lo desenrosca, el hombre piensa en sus lecturas de niño: el genio cautivo, los mensajes de náufragos. Abierta, la botella inicia una violentísima inhalación que aspira todo lo que la rodea, el hombre, la playa, las montañas, los pueblos, el mar, los veleros, las islas, el cielo, las nubes, el planeta, el sistema solar, la Vía Láctea, las galaxias. En pocos instantes, el universo entero ha quedado encerrado dentro de la botella. El movimiento ha sido tan brusco que se me ha caído la pluma de la mano y han quedado descolocados todos mis papeles. Recupero la pluma, ordeno los folios, empiezo a escribir otra vez la historia del hombre que pasea por la playa solitaria.

*Texto de José María Merino (La Coruña, 1941), en La glorieta de los fugitivos (Páginas de Espuma, 2007)

martes, agosto 25, 2015

La decepción de Dios


Dimisión*
Hubo un día en que el último hombre que todavía creía dejó de creer, y Dios, decepcionado, se desvaneció en el éter y borró toda huella de Sí, como si jamás hubiera existido.

*Texto de Juan Pedro Aparicio (León, 1941), en El juego del diábolo (Páginas de Espuma, 2008)

jueves, julio 30, 2015

Sancho Panza, según Kafka


La verdad sobre Sancho Panza
Sancho Panza, que por lo demás nunca se jactó de ello, logró, con el correr de los años, mediante la composición de una cantidad de novelas de caballería y de bandoleros, en horas del atardecer y de la noche, apartar a tal punto de sí a su demonio, al que luego dio el nombre de don Quijote, que este se lanzó irrefrenablemente a las más locas aventuras, las cuales empero, por falta de un objeto predeterminado, y que precisamente hubiese debido ser Sancho Panza, no hicieron daño a nadie.

Sancho Panza, hombre libre, siguió impasible, quizás en razón de un cierto sentido de la responsabilidad, a don Quijote en sus andanzas, alcanzando con ello un grande y útil esparcimiento hasta su fin.

martes, junio 23, 2015

Vida de novela


Carta del enamorado*
Hay novelas que aun sin ser largas no logran comenzar de verdad hasta la página 50 o la 60. A algunas vidas les sucede lo mismo. Por eso no me he matado antes, señor juez.

*Texto de Juan José Millás

martes, marzo 03, 2015