Bendito seas mago de tantas cosas, fabricante de alegrías, bandera universal de los postergados, barrilete que nos hiciste volar. Fuiste lo suficientemente defectuoso para permitirnos comprobar que eras humano, tan humano que ahora te dieron la Diez del Reino de los cielos. Sabelo Diego de nuestras memorias: las gratitudes nunca dejarán de latir. Como tu fútbol, como tu inmenso legado...
jueves, noviembre 25, 2021
sábado, noviembre 20, 2021
Gracias por tanto, Reini
Te fuiste callando. Como Onetti contaba que se dicen los dolores.
Dejaste hasta el último de los suspiros de tu dulzura, de tu generosidad, de tus misterios sólo desnudos para íntimos.
Te dejaste una bolsa enorme para las lágrimas y para llorarte en silencio y un agujero sin arreglo para guardar cada momento de nuestros munditos compartidos.
Reini, Reini de mi alma, pasaron 17 años de una vida de sol por la ventana, de patitas en el mouse, de saltos de ingeniera del aire, de ovillo de pelo y ronrones, de tu magia de enseñar en otro idioma (el de tus miau), de mimos que se fueron a pasear.
Estuvimos cerca del récord Guinness para longevidad de las siamesas. Pero estabas ya tan cansada y descosida, que dijiste hasta acá llegamos. Y te fuiste una noche, con tanto amor en tu pasado.
A Totó le vamos a contar una verdad: que partiste a descansar un rato largo a la maceta más grande porque ahí te iluminan mejor el sol y la luna. Y que te vamos a pintar dibujitos. Para recordarte. Para volverte a pasar por el corazón.
Sólo me queda una palabra: gracias.
Dejaste hasta el último de los suspiros de tu dulzura, de tu generosidad, de tus misterios sólo desnudos para íntimos.
Te dejaste una bolsa enorme para las lágrimas y para llorarte en silencio y un agujero sin arreglo para guardar cada momento de nuestros munditos compartidos.
Reini, Reini de mi alma, pasaron 17 años de una vida de sol por la ventana, de patitas en el mouse, de saltos de ingeniera del aire, de ovillo de pelo y ronrones, de tu magia de enseñar en otro idioma (el de tus miau), de mimos que se fueron a pasear.
Estuvimos cerca del récord Guinness para longevidad de las siamesas. Pero estabas ya tan cansada y descosida, que dijiste hasta acá llegamos. Y te fuiste una noche, con tanto amor en tu pasado.
A Totó le vamos a contar una verdad: que partiste a descansar un rato largo a la maceta más grande porque ahí te iluminan mejor el sol y la luna. Y que te vamos a pintar dibujitos. Para recordarte. Para volverte a pasar por el corazón.
Sólo me queda una palabra: gracias.
martes, febrero 16, 2021
Trilogía de Ella
Ella voló siempre entre nidos y entre fuegos.
Muchas veces se quemó y se murió un poco.
Pero siempre resucitaron sus alas imperecederas.
En algunos vuelos era un ave rapaz, urgente.
En otros se convertía en un ángel de finales rotos.
Un día cercano, en un desvelo, confirmó su deseo.
Quería seguir volando, pero en un abrazo.
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Ella y los barriletes
Ella era feliz jugando con sus barriletes elegidos.
Los miraba volar, los olía, se reía, les hablaba, los deseaba.
A algunos los dejaba ir por un rato; otros eran apenas un espasmo.
A uno quería cortarle el hilo para tenerlo siempre. Pero se aburrió.
Ahora, se sigue preguntando cada día lo de casi siempre.
Entre tantos barriletes: ¿cuál será el que me invite a volar?
Hace poco, contaron unas aves que la vieron en el aire; estaba radiante.
El barrilete era multicolor, llamativo, sin flecos. Y ella con él, lucía feliz.
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Ella y lo que vendrá
Ella duerme, cansada de volar, envuelta en su propia belleza
Sabe, por intuición y por búsqueda, que algo está por venir
Mientras duerme, lo sueña a ese futuro y hasta le pone nombres
Sabe que hay incertidumbres, pero se anima, luce convencida
El barrilete multicolor, llamativo, sin flecos, la acompaña
Cuentan que Ella tuvo que ayudarlo porque no levantaba vuelo
Luego, ya en la noche siguiente, vuelan juntos, en otro abrazo
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