domingo, febrero 09, 2014

Mushuc Runa, retrato de una construcción


Chibuleo es la historia de una reivindicación. Lo cuentan tantos alzamientos indígenas que allí nacieron y que desde allí lucharon en nombre de la restitución de tantos derechos robados. Lo retrata también la tradicional ceremonia de Inty Raymi, ese precioso rito andino en homenaje al Sol; esa ceremonia que en tiempos de los Incas era el más relevante de los cuatro festivales celebrados en el Cusco. Lo que ahora sucede en ese lugar es también otra demostración del impresionante carácter universal del fútbol: Mushuc Runa, el equipo fundado por una cooperativa indígena hace una década, jugará la próxima temporada en la máxima categoría de Ecuador. Y detrás de esta victoria deportiva hay una historia mágica de constancia y de superación.

Allí, cerca de Los Andes, en el sur de Ambato, el fútbol transformó a la comunidad en un fenómeno nacional que, con mucha naturalidad, excede lo deportivo. Es un asombro para toda la sociedad. Y hay un detalle que invita a reflexiones sobre los grandes clubes del fútbol de aquel país y de toda América. Lo cuenta la periodista Marcela Caicedo, del diario El Comercio: Mushuc Runa es -junto a Emelec e Independiente del Valle- uno de los tres equipos que no vive preso de su crisis económica. Es un ejemplo de orden, de cumplimiento de contratos, de respeto por el trabajo ajeno. Caicedo explica: "El espíritu cooperativista de este club se imprime en la vinculación de todos sus miembros en las decisiones y movimientos institucionales, aplicando los principios y raíces de esta clase de sociedades, como son la responsabilidad, la igualdad, la solidaridad, entre otros; los mismos que se han visto reflejados en la austera pero firme economía que Mushuc Runa ha manejado desde su aparición, en el 2003".

La clave de ese éxito más allá del éxito nació bastante antes de que la pelota comenzara a rodar oficialmente bajo el sol de Chibuleo. Lo señalan en su página web los fundadores de la cooperativa: "Cuando a los pueblos indígenas se les consideraba aptos sólo para la agricultura, ganadería y otras actividades relacionadas al campo, nadie pensaba que podíamos administrar una institución financiera. Cuando las instituciones financieras tradicionales calificaban a los indígenas al igual que a los sectores urbano-marginales como sujetos de crédito de alto riesgo, poco confiables y no rentables, nace la Cooperativa de Ahorro y Crédito". Ahora, aquella búsqueda surgida en 1997 es también un milagro que late de fútbol.

El nombre que eligieron aquellos 38 campesinos de Chibuleo y de sus zonas cercanas (como Pilahuin y Quisipancha, en la Provincia de Tungurahua) fue un mensaje: Mushuc Runa significa "Hombre Nuevo" en kichwa, su idioma. Cuentan que cuando lo decidieron estaban pensando en aquel concepto de Ernesto Guevara, el Che. Luego, el entusiasmo por el fútbol y el paso firme de la cooperativa le dieron lugar a este encantador equipo de los indígenas. En este territorio, donde las mujeres también juegan al fútbol y organizan campeonatos a tal efecto, el Mushuc Runa es un hermoso espejo en el que mirarse. Y reconocerse.

En días recientes, le tomaron al plantel la foto oficial. En ella, los futbolistas y el cuerpo técnico lucían como los hinchas en las calles y en las tribunas, en las terrenos agrícolas y entre las piedras: esos ponchos rojos que le valen el apodo al Mushuc Runa, Los del Poncho o El Ponchito, como algunos medios nacionales eligieron mencionarlo tras el histórico ascenso, conseguido tres fechas antes de finalizar la temporada. Allí, estaba el entrenador, el argentino César Vigevani, el mismo que en el día de la consagración se puso una camiseta con una leyenda que excedía la alegría de lo deportivo: "Orgulloso de ser indígena". También ofreció palabras entonces: "Teníamos hambre de hacer historia. Y la hicimos. Es una felicidad poderle ofrecer este ascenso a esta gente". Lucía emocionado.

La campaña del Mushuc Runa fue una suerte de fiesta a cada paso. Ganó la Primera Etapa con 17 victorias en 22 partidos, dejó atrás a instituciones habituales de la A como Olmedo (campeón ecuatoriano en 2000), Aucas y Espoli. Decayó un poco en la Segunda Parte, pero la tabla general lo llevó a la serie A tras 24 triunfos en 44 encuentros. Así fue subcampeón (detrás de Olmedo), siete puntos delante de Imbabura. Ahora van por más. Para la próxima campaña ya contrataron a tres argentinos: el arquero Sebastián Blázquez y los delanteros Federico Almerares y Maximiliano Barreiro.

El día del partido del gran salto a la A, en noviembre ante Técnico Deportivo, el presidente Luis Alfonso Chango agradeció a todos por esa campaña: desde el goleador Bryan Rodríguez hasta cada uno de los hinchas que decoraban el ambiente con globos rojos y verdes. Chango, emprendedor indígena, no sabía que el fútbol podía hacer llorar de alegría. Lo aprendió esa tarde. Desde mucho antes venía enseñando una lección: para ser vistas, algunas cosas primero tienen que ser creídas.


Texto publicado en Planeta Redondo, de Clarin.com.