sábado, enero 31, 2009
Encantos de nuestro vecindario
Montevideo
Resbalo por tu tarde como el cansancio por la piedad de un declive.
La noche nueva es como un ala sobre tus azoteas.
Eres el Buenos Aires que tuvimos, el que en los años se alejó quietamente.
Eres nuestra y fiestera, como la estrella que duplican las aguas.
Puerta falsa en el tiempo, tus calles miran al pasado más leve.
Claror de donde la mañana nos llega, sobre las dulces aguas turbias.
Antes de iluminar mi celosía tu bajo sol bienaventura tus quintas.
Ciudad que se oye como un verso.
Calles con luz de patio.
Jorge Luis Borges
Montevideo a la vista
Ya el mar es patria, no destierro;
porque el espíritu de Ariel
diseña una ciudad y un cerro
con su luminoso pincel.
Enrique Diez-Canedo
(español)
Crónica de la ciudad de Montevideo
Julio césar Puppo, llamado El Hachero, y Alfredo Gravina, se encontraron al anochecer, en un café del barrio de Villa Dolores. Así, por casualidad, descubrieron que eran vecinos:
--Tan cerquita y sin saberlo.
Se ofrecieron una copa, y otra.
--Se te ve muy bien.
--No te vayas a creer.
Y pasaron unas pocas horas y unas muchas copas hablando del tiempo loco y de lo cara que está la vida, de los amigos perdidos y los lugares que ya no están, memorias de los años mozos:
--¿Te acordás?
--Si me acordaré.
Cuando por fin el café cerró sus puertas, Gravina acompañó al Hachero hasta la puerta de su casa. Pero después el Hachero quiso retribuir:
--Te acompaño.
--No te molestes.
--Faltaba más.
Y en ese vaivén se pasaron toda la noche. A veces se detenían, a causa de algún súbito recuerdo o porque la estabilidad dejaba bastante que desear, pero enseguida volvían al ir y venir de esquina a esquina, de la casa de uno a la casa del otro, de una a otra puerta, como traídos y llevados por un péndulo invisible, queriéndose sin decirlo y abranzándose sin tocarse.
Eduardo Galeano - El libro de los abrazos.
Montevideo
Montevideo, copa de plata,
llena de encantos y de primores.
Flor de ciudades, ciudad de flores,
de cielos mágicos y tierra grata.
Tus bravos héroes la Historia acatan.
Fervientes lirios dieron loores
a los centauros y a los pastores
cuyas proezas recuerda el Plata.
Y ese tesoro de ritmo y de gracia,
rosas del pueblo, o aristocracia
que en tus mujeres divinas veo
¡ son, con sus almas de poesía
de tu corona pedrería
maravillosa Montevideo !
Rubén Darío
(nicaragüense)
Post publicado desde Montevideo, Uruguay.