Francisco Villaespesa (1877-1936) fue un poeta, periodista, dramaturgo y novelista; nacido en Laujar de Andarax, pequeño pueblo de la provincia de Almería, perteneciente a la comunidad autónoma de Andalucía, España. Estudió en la universidad de Granada y a los 20 años trasladó su residencia a Madrid para dedicarse al periodismo. Allí colaboró en muchas revistas y diarios de España. Recorrió varias veces la América española como empresario teatral y recitador de sus poemas. Ferviente admirador del poeta nicaragüense Rubén Darío, fue su mejor discípulo y el más genuino continuador del estilo modernista iniciado por éste. Acá, un poema (y su versión actuada y fílmica como bonus) que retrata un diálogo entre la madre y su hija. Un poema que, sin pretenderlo, también refleja a Eulalia...
Balada de Amor
- Llaman a la puerta, madre. ¿Quién Será?
- Es el viento, hija mía, que gime al pasar.
- No es el viento, madre. ¿No oyes suspirar?
- Es el viento que al paso deshoja un rosal.
- No es viento, madre. ¿No escuchas hablar?
- El viento que agita las olas del mar.
- No es el viento. ¿Oíste una voz gritar?
- El viento que al paso rompió algún cristal.
- Soy el amor -dicen-, que aquí quiere entrar...
- Duermete, hija mía..., es el viento no más.
Antología de poetas españoles. Chile, Nascimento, 1947.
jueves, febrero 28, 2008
miércoles, febrero 27, 2008
De sueño y de ternura
Baldomero Fernández Moreno (1886-1950) fue un poeta argentino, considerado uno de los más importantes exponentes de la corriente llamada sencillismo. Hijo de comerciantes españoles, pasó parte de su infancia en Santander, a orillas del Cantábrico. De regreso a la Argentina, obtuvo su título de Doctor en Medicina y comenzó a ejercer su profesión en Chascomús, provincia de Buenos Aires.
A los 29 años publicó el primero de sus seis libros de poesía. En sus poemas se mezcla el más intenso erotismo y la más alta espiritualidad, producto de su inspiración en dos mujeres cuya identidad siempre permaneció en misterio. También surge la ternura, al evocar a su madre. Como en este caso:
Duerme
La madre ha logrado
dormir a su hijito.
Una obra maestra
de pequeños suspiros,
de menudas palabras,
de amenazas, de mimos,
de dulces cancioncillas,
de voluntad, de instinto...
No respiremos casi.
El niño se ha dormido.
Poesía y Prosa. Centro Editor de América Latina, 1968. Herederos de Baldomero Fernández Moreno.
A los 29 años publicó el primero de sus seis libros de poesía. En sus poemas se mezcla el más intenso erotismo y la más alta espiritualidad, producto de su inspiración en dos mujeres cuya identidad siempre permaneció en misterio. También surge la ternura, al evocar a su madre. Como en este caso:
Duerme
La madre ha logrado
dormir a su hijito.
Una obra maestra
de pequeños suspiros,
de menudas palabras,
de amenazas, de mimos,
de dulces cancioncillas,
de voluntad, de instinto...
No respiremos casi.
El niño se ha dormido.
Poesía y Prosa. Centro Editor de América Latina, 1968. Herederos de Baldomero Fernández Moreno.
martes, febrero 26, 2008
Tus ojos, pero en negro
Retrato de la estupenda poetisa uruguaya Delmira Agustini.
Delmira Agustini (1886-1914) fue una de las más destacadas poetisas del Modernismo. Su corta vida transcurrió en Montevideo, alterada, sobre todo, por los avatares y el final dramático de su peripecia sentimental: su pasión por Enrique Reyes, el matrimonio entre ambos, la separación, el divorcio y su asesinato a manos del antiguo marido, convertido en amante. Eso no impidió a la Nena (su apodo familiar) desarrollar una obra poética notable, que contó con la aprobación elogiosa de sus contemporáneos. Rubén Darío, por ejemplo, la elevó hasta la cúspide de la literatura española. La comparó con Santa Teresa. En Pórtico, Darío la proclama como la única, desde la Santa, en expresarse como mujer. Ahora, se reproduce un poema, que ella también le dedicó a su madre al realizarlo.
Ojos-nidos
Para mi madre
Entre el espeso follaje
De una selva de pestañas
Hay dos nidos luminosos
Como dos flores fantásticas.
¡Nidos de negros fulgores!
¡De oscuras vibrantes llamas!
Y allá: dentro de esa selva
De follaje negro, espléndido,
En el fondo de esos nidos
Como flores de destellos,
¡Agita sus ígneas alas
El ave del Pensamiento!
Obras Poéticas. Ministerio de Instrucción Pública, Montevideo, 1940.
Delmira Agustini (1886-1914) fue una de las más destacadas poetisas del Modernismo. Su corta vida transcurrió en Montevideo, alterada, sobre todo, por los avatares y el final dramático de su peripecia sentimental: su pasión por Enrique Reyes, el matrimonio entre ambos, la separación, el divorcio y su asesinato a manos del antiguo marido, convertido en amante. Eso no impidió a la Nena (su apodo familiar) desarrollar una obra poética notable, que contó con la aprobación elogiosa de sus contemporáneos. Rubén Darío, por ejemplo, la elevó hasta la cúspide de la literatura española. La comparó con Santa Teresa. En Pórtico, Darío la proclama como la única, desde la Santa, en expresarse como mujer. Ahora, se reproduce un poema, que ella también le dedicó a su madre al realizarlo.
Ojos-nidos
Para mi madre
Entre el espeso follaje
De una selva de pestañas
Hay dos nidos luminosos
Como dos flores fantásticas.
¡Nidos de negros fulgores!
¡De oscuras vibrantes llamas!
Y allá: dentro de esa selva
De follaje negro, espléndido,
En el fondo de esos nidos
Como flores de destellos,
¡Agita sus ígneas alas
El ave del Pensamiento!
Obras Poéticas. Ministerio de Instrucción Pública, Montevideo, 1940.
domingo, febrero 24, 2008
Después de tu adiós
Un retrato del bilbaíno Miguel de Unamuno realizado por un coterráneo del escritor: el notable Juan de Echevarría.
El siguiente poema lo escribió Miguel de Unamuno (1864-1936), escritor y filósofo que perteneció a la Generación del 98. Ahora, le escribe a Eulalia desde el compartido Reino de los Cielos.
Hasta que se me fue no he descubierto...
Hasta que se me fue no he descubierto
todo lo que la quise;
yo creía quererla; no sabía
lo que es de amor morirse.
Era como algo mío entonces, era
costumbre..., que se dice...;
pero hoy soy suyo yo, soy de la muerte
a quien nadie resiste.
Al irse nació en mí... ¡no!, que en torturas
en ella nací al írseme;
lo que creí yo sueño era la vela;
he nacido al morirme.
Por fin ya sé quién soy... no lo sabía...
¿Lo sé? ¿Quién sabe en este mundo triste?
¿Hay quién sepa lo que es saber y entienda
lo que la nada dice?
Mi madre nació en mí en aquel día
que se me fue Teresa... Madre, dime
de dónde vine, adónde voy perdido,
por qué al amor me diste...
Poesía Completa. Alianza, Madrid, 1987.
El siguiente poema lo escribió Miguel de Unamuno (1864-1936), escritor y filósofo que perteneció a la Generación del 98. Ahora, le escribe a Eulalia desde el compartido Reino de los Cielos.
Hasta que se me fue no he descubierto...
Hasta que se me fue no he descubierto
todo lo que la quise;
yo creía quererla; no sabía
lo que es de amor morirse.
Era como algo mío entonces, era
costumbre..., que se dice...;
pero hoy soy suyo yo, soy de la muerte
a quien nadie resiste.
Al irse nació en mí... ¡no!, que en torturas
en ella nací al írseme;
lo que creí yo sueño era la vela;
he nacido al morirme.
Por fin ya sé quién soy... no lo sabía...
¿Lo sé? ¿Quién sabe en este mundo triste?
¿Hay quién sepa lo que es saber y entienda
lo que la nada dice?
Mi madre nació en mí en aquel día
que se me fue Teresa... Madre, dime
de dónde vine, adónde voy perdido,
por qué al amor me diste...
Poesía Completa. Alianza, Madrid, 1987.
sábado, febrero 23, 2008
La preciosa tontería
Estampilla española con la imagen de Federico García Lorca.
Federico García Lorca (1898-1936) fue un poeta, dramaturgo y prosista español, también conocido por su destreza en las artes. Y en el recorrido de su prolífica obra escribió también esta poesía, una exposición de ternura hacia la madre.
Canción tonta
Mamá,
yo quiero ser de plata.
Hijo,
tendrás mucho frío.
Mamá.
Yo quiero ser de agua.
Hijo,
tendrás mucho frío.
Mamá.
Bórdarme en tu almohada.
¡Eso sí!
¡Ahora mismo!
Canciones. Obras Completas I. Aguilar, Madrid, 1978.
Federico García Lorca (1898-1936) fue un poeta, dramaturgo y prosista español, también conocido por su destreza en las artes. Y en el recorrido de su prolífica obra escribió también esta poesía, una exposición de ternura hacia la madre.
Canción tonta
Mamá,
yo quiero ser de plata.
Hijo,
tendrás mucho frío.
Mamá.
Yo quiero ser de agua.
Hijo,
tendrás mucho frío.
Mamá.
Bórdarme en tu almohada.
¡Eso sí!
¡Ahora mismo!
Canciones. Obras Completas I. Aguilar, Madrid, 1978.
viernes, febrero 22, 2008
Cumpleaños poético
Mi mamá, Eulalia, cumpliría hoy 73. Pero hace cuatro años que ya no puedo festejar su cumpleaños en un marco de igualdad. Pero por acá anda, remontando barriletes de recuerdos, invitando en silencio, convocando a quienes no la olvidaremos.
Por eso, ahora, comenzará el más largo de los festejos: una semana, con poemas seleccionados especialmente, a modo de homenaje a su memoria, a los días compartidos, a la paz de su descanso. El comienzo será con Alfonsina Storni (1892-1938):
Palabras a mi madre
No las grandes verdades yo te pregunto, que
No las contestarías; solamente investigo
Si, cuando me gestaste, fue la luna testigo,
Por los oscuros patios en flor, paseándose.
Y si, cuando en tu seno de fervores latinos
Yo escuchando dormía, un ronco mar sonoro
Te adormeció las noches, y miraste, en el oro
Del crepúsculo, hundirse los pájaros marinos.
Porque mi alma es toda fantástica, viajera,
Y la envuelve una nube de locura ligera
Cuando la luna nueva sube al cielo azulino.
Y gusta, si el mar abre sus fuertes pebeteros.
Arrullada en un claro cantar de marineros
Mirar las grandes aves que pasan sin destino.
Editorial Losada S.A., Buenos Aires, 1997. Herederos de Alfonsina Storni.
miércoles, febrero 20, 2008
El Maracaná más cercano
A consecuencia de la historia del potrero cercano que escribí recintemente, recibí varios mails. Y tengo el deseo de compartir uno de ellos, firmado por Mariano, porque representa el espíritu de ese texto y, sobre todo, de este blog.
Querido Waldemar: Mi nombre es Mariano. Sólo comentarte que me gustó mucho tu artículo del día de hoy "Breve Historia de un potrero". Y decirte, además, que justo en ese lugar, en ese mismo potrero, lleno de piedras y recuerdos, fue donde yo aprendí a jugar al fútbol. Por momentos parecía, al leer tus palabras, que estabas contando la historia de mi vida. Un amigo, acostumbrado a jugar en canchas de cesped sintético, al ver el potrero donde jugábamos dijo: "Esto es el Maracaná, viejo". Y por siempre le quedó ese nombre al lugar, y a nuestro equipo. Sé que no hablás de nuestro equipo porque nuestra historia en ese glorioso potrero la vivimos entre el ´86 y el ´90. Pero también tuvimos una gran racha si perder, a pesar de no ser ningunas luminarias del balón, quizá fuera la templanza de jugar entre cascotes. O la amistad de un grupo de amigos a prueba de piedras y fierros. A muchos de ellos los dejé de ver, espero que a través de tus palabras vuelvan a evocar esos momentos. Tal vez entonces podamos, de alguna forma, volver al viejo y querido Maracaná de Olazábal y Holmberg.
Un saludo y mil gracias.
lunes, febrero 11, 2008
Un Asterix de Villa Urquiza
El siguiente texto lo publiqué en Clarín. Se trata de un homenaje a uno de los últimos potreros de la zona norte de la Ciudad.
Breve historia de un potrero
Ahora, al costado de la avenida Olazábal, sucede un milagro. Allí donde Villa Urquiza tiene su frontera con Belgrano R, un pibe de tamaño mínimo, sin botines ni medias juega bajo el sol de domingo. Y grita un gol que necesitó cuatro gambetas. El resto lo mira con una certeza: no lo podrán parar en toda la mañana. Hay una sorpresa más grande que la enorme jugada de ese chiquilín. La escena acontece en un potrero, ese espacio en días de retirada en cada rincón porteño. Y no se trata de una zona con lugares de sobra: el metro cuadrado cuesta no menos de 1.500 dólares y, muy cerca, camino hacia Alvarez Thomas, brotan edificios en plena construcción o recién terminados y listos para la venta.
Habita la lógica del potrero: el césped no tiene el cuidado de un jardinero; los arcos están previsiblemente despintados y lucen sus años de recibir y recibir pelotazos; y cuando la pelota se va a la calle hay que pedirles clemencia a los autos y a los colectivos de las líneas 114 y 133. Y, claro, también posee su mitología: cuentan que alguna vez jugó René Houseman, vecino del Bajo Belgrano y paradigma del talento surgido de este ámbito informal. Recuerdan también que, hace poco menos de una década, había un equipo que hacía de local ahí y que jamás perdió un partido de los más de 300 que disputó. Es curioso: ninguno de sus integrantes vive ahora en la zona para dar fe al respecto.
El potrero forma parte de la genealogía del fútbol argentino. Resultó, desde siempre, la cuna de la identidad de los cracks nacidos y criados en el barro. Incluso en esta Ciudad de Buenos Aires que cada vez contempla menos resquicios para la canchita barrial. Pero ahí, en Olazábal y Holmberg, habita una resistencia, con su inevitable crack inminente, una suerte de Asterix de Villa Urquiza.
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