Ella voló siempre entre nidos y entre fuegos.
Muchas veces se quemó y se murió un poco.
Pero siempre resucitaron sus alas imperecederas.
En algunos vuelos era un ave rapaz, urgente.
En otros se convertía en un ángel de finales rotos.
Un día cercano, en un desvelo, confirmó su deseo.
Quería seguir volando, pero en un abrazo.
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Ella y los barriletes
Ella era feliz jugando con sus barriletes elegidos.
Los miraba volar, los olía, se reía, les hablaba, los deseaba.
A algunos los dejaba ir por un rato; otros eran apenas un espasmo.
A uno quería cortarle el hilo para tenerlo siempre. Pero se aburrió.
Ahora, se sigue preguntando cada día lo de casi siempre.
Entre tantos barriletes: ¿cuál será el que me invite a volar?
Hace poco, contaron unas aves que la vieron en el aire; estaba radiante.
El barrilete era multicolor, llamativo, sin flecos. Y ella con él, lucía feliz.
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Ella y lo que vendrá
Ella duerme, cansada de volar, envuelta en su propia belleza
Sabe, por intuición y por búsqueda, que algo está por venir
Mientras duerme, lo sueña a ese futuro y hasta le pone nombres
Sabe que hay incertidumbres, pero se anima, luce convencida
El barrilete multicolor, llamativo, sin flecos, la acompaña
Cuentan que Ella tuvo que ayudarlo porque no levantaba vuelo
Luego, ya en la noche siguiente, vuelan juntos, en otro abrazo