martes, abril 08, 2014

Las verdades ahorcadas


Por Eduardo Galeano
Las empresas petroleras Shell y Chevron han arrasado el delta del río Níger. El escritor Ken Saro-Wiwa, del pueblo ogoni de Nigeria, lo denunció en un libro publicado en 1992: - Lo que la Shell y la Chevron han hecho al pueblo ogoni, a sus tierras y a sus ríos, a sus arroyos, a su atmósfera, llega al nivel de un genocidio. El alma del pueblo ogoni está muriendo y yo soy su testigo.
Tres años después, a principios de 1995, el gerente general de la Shell en Nigeria, Naemeka Achebe, explicó así el apoyo de su empresa a la dictadura militar que exprime a ese país: - Para una empresa comercial que se propone realizar inversiones, es necesario un ambiente de estabilidad Las dictaduras ofrecen eso. Unos meses más tarde, a fines del 95, la dictadura de Nigeria ahorcó a Ken Saro- Wiwa. El escritor fue ejecutado junto con otros ocho ogonis, también culpables de luchar contra las empresas que han aniquilado sus aldeas y han reducido sus tierras a un vasto yermo. Y muchos otros habían sido asesinados antes por el mismo motivo.
El prestigio de Saro-Wiwa dio a este crimen cierta resonancia internacional. El presidente de Estados Unidos declaró entonces que su país suspendería el suministro de armas a Nigeria, y el mundo lo aplaudió. La declaración no se leyó como una confesión involuntaria, aunque lo era: el presidente de Estados Unidos reconocía que su país había estado vendiendo armas al régimen carnicero del general Sani Abacha, que venía ejecutando gente a un ritmo de cien personas por año, en fusilamientos o ahorcamientos convertidos en espectáculos públicos.
Un embargo internacional impidió después que ningún país firmara nuevos contratos de venta de armas a Nigeria, pero la dictadura de Achaba continuó multiplicando su arsenal gracias a los contratos anteriores y a las addendas que por milagro se les agregaron, como elixires de la juventud, para que esos viejos contratos tuvieran vida eterna.
Los Estados Unidos venden cerca de la mitad de las armas del mundo y compran cerca de la mitad del petróleo que consumen. De las armas y del petróleo dependen, en gran medida, su economía y su estilo de vida. Nigeria, la dictadura africana que más dinero destina a los gastos militares, es un país petrolero. La empresa anglo-holandesa Shell se lleva la mitad; pero la estadounidense Chevron arranca a Nigeria más de la cuarta parte de todo el petróleo y el gas que explota en los veintidós países donde opera.

Del libro Patas arriba, la escuela del mundo del revés, de diciembre de 1998. Editorial Catálogos.