martes, junio 02, 2009

Manchester: bellezas, misterios y contrastes


Cosmopolitan
Si hubiera una competencia sobre el carácter cosmopolita de las ciudades, Manchester podría competir y hasta llegar a la final de la Champions League, como el United. Se comprueba en las calles. Hay árabes con sus turbantes y también con sus billetes (el dueño del Manchester City, por ejemplo, es un integrante de la familia real de los Emiratos Arabes Unidos). Hay hijos e hijas de las antiguas colonias británicas en Africa y, sobre todo, en el Caribe. Hay indios que llegaron para poner sus negocios breves en casi todas las cuadras del centro. Hay un barrio chino, con todos sus vértigos y sus colores. Hay italianos y españoles que eligieron las pastas y las tapas para llenar sus bolsillos vendiendo comida. Hay galeses, escoceses e irlandeses que, sostienen, en Manchester se sienten como en sus casas. Hay japoneses y coreanos que trabajan en áreas vinculadas con el servicio y/o con la tecnología. Hay, parece, gente de cada rincón que uno imagine entre los 2.600.000 que viven en Manchester. Ah, sí, también hay ingleses tomando cerveza en cada bar.

Mitología urbana
Son las diez y media de la mañana y el rito ya comenzó. No se trata de una novedad, pero aún así el asombro llega: en los bares del centro de Manchester hay cervezas de todo tipo sobre las mesas. Jóvenes, grandes, mujeres, hombres, elegantes, descuidados, barbudos, prolijos, metrosexuales. Todos. No hay distinción. Pero no se trata de un ocasional reemplazo del tradicional british breakfast. Nada de eso: hasta puede ser un complemento.
Y el rito continuará hasta que cierre el último de los bares de esta ciudad en la que conviven con armonía las construcciones tradicionales y los edificios modernos. La sorpresa no cesa: a la hora de la merienda, el five o'clock tea se transforma en mitología urbana: la misma señora que uno imagina con una coqueta taza está sentada en la barra del bar One y va por su segunda pinta (la tradicional medida británica para la cerveza). El barman observa todo con naturalidad: se trata de una cuestión cotidiana. Lo mismo sucede en otros bares típicos de la ciudad: Odd, Bluu Bar, The Knott, Mojo. No se observan excepciones. La ceremonia se renueva en cada rincón.


Donde se se transpira fútbol
Manchester resulta tan británica como casi todas las postales británicas. Tiene los encantos de su tradición, con sus construcciones sólidas, con sus viejos espacios (como teatros y estaciones de ferrocarril) reciclados en mandatos de este tiempo: centros comerciales y hoteles de lujo.
En la St. Peter Street, donde se encuentra el Radison Edwardian (la concentración de Los Pumas en esta ciudad), se puede observar otro de los rasgos de la ciudad, vinculados con el deporte: acá, bajo el mismo cielo en el que Carlos Tevez escuchó ovaciones, el fútbol es la vedette. Y no el rugby, más allá del test match de mañana entre Argentina e Inglaterra. Allí, en los bares que tienen pantalla gigante y cervezas de todas las variadades y a toda hora, se ofrece más la televisación del encuentro entre el seleccionado de Wayne Rooney y Frank Lampard contra Kazajstán, por las Eliminatorias para Sudáfrica 2010, que la cita de los Pumas en Old Trafford. El solo hecho de entrar a Brannigans, uno de esos bares, lo confirma: se ven camisetas de todos los tiempos del Manchester United, sobre todo, y las de su rival de la ciudad, el City. De rugby, nada. Como si la ciudad sólo transpirara de fútbol.

Desde Old Trafford
No es un día sencillo en Manchester para que el estadio luzca repleto: justo antes del inicio del partido frente a Los Pumas, juegan los Lions en Sudáfrica, con 9 ingleses en el plantel; en simultáneo, la selección de fútbol visita Almaty para enfrentar a Kazajstán, por las Eliminatorias para Sudáfrica 2010; y a la noche, en esta ciudad tocará Oasis, los vecinos del décimo piso del Radisson Edwardian, el hotel donde se concentra el plantel argentino. Encima, llueve desde hace más de 24 horas. Sin embargo, en las tribunas de Old Trafford hay clima de evento deportivo trascendente: son 40.521 espectadores.
A la hora de los himnos, sucede un episodio poco frecuente: el "oíd mortales" lo escuchan muchísimos ingleses. Hay respeto, silencio y, luego, aplausos. En el centro de la escena, Los Pumas repiten el rito: gritan para que los escuche todo El Teatro de los Sueños. Hay, en el medio del estadio que impacta, una bandera que se parece mucho a un homenaje perpetuo: "Gracias Pumas por los huevos". De fondo se escucha a la murga de Manchester. También hay fuegos artificiales al momento de salir los equipos. Afuera todavía esperan muchos fanáticos con inmensos vasos de cerveza.

Textos escritos por el autor del Blog para Clarín.
Fotos de Rodrigo Vergara, quien además contó sus sensaciones en Rugby Time.


Post publicado desde Manchester, Inglaterra.