jueves, noviembre 22, 2007

De manjares sencillos


Hay momentos vinculados con la comida que me generan cierta fijación. No sé si será mi esencia de gordo sin remedio, más allá de la delgadez que no me ha abandonado. O si se trata simplemente de una cuestión personal o de carácter universal. En realidad, nunca me puse a pensar al respecto. Recién ahora que, tras leer una nota en la revista de la National Geographic sobre los alcances y las particularidades de la memoria, recordé aquellas tortillas inmejorables que hacía Eulalia, mi mamá.
Si fuera imparcial diría lo mismo respecto de aquel manjar sencillo: no hubo, no hay y no habrá nada más rico. No sólo eso: aquella tortilla también trae añadidos recuerdos gratos. Sobre todo, las noches de charlas compartidas con ella y mi elogio que generaba la magia de su sonrisa.
Hubo otras delicias de elaboración breve nacidas de las mismas manos. Pero el paradigma era esa tortilla que alegraba cualquier mediodía, recién llegado del colegio o de la facultad, o cualquier noche, antes de ir a dormir o como previa de alguna salida en tiempos de dancing.
Descubro ahora, en consecuencia de este recuerdo, que mi memoria también tiene alma de gordo. O que, como yo, se busca excusas culinarias para recordar otras bellezas cotidianas.

jueves, noviembre 01, 2007

Mi clásico íntimo


Martín Tenca es abogado y, ante todo, el más auténtico hincha de San Lorenzo que conozco. Futbolista frustrado, técnico ocasional, polifacético hombre de leyes. Nos cruzamos por primera vez en el Estudio Oyuela. Ya entonces, aquel joven recién egresado de la UBA conocía la historia grande de Boedo y los padecimientos desde adentro, por vivencias y por herencia familiar. Advertí similitudes en el sentido de pertenencia con Cuervos y con Quemeros. Compartimos visitas a la cancha para ver a Huracán y también a San Lorenzo. Nos reímos con las anécdotas del Bambino Veira, ese crack con camiseta azulgrana y un globo en el alma. Recordamos aquellos estigmas del Muletto de Areán, como el Vampiro Nartallo; y esas estrellas fugaces de La Quema, como Darío Fabbro. Coincidimos en la estupidez de la violencia barrabrava y la de sus fomentadores. Alimentamos el folclore de este clásico que es parte de la historia profunda de cada uno. Por eso ahora, en la antesala de esta 154a. edición, lo convoco para que escriba sus sensaciones para Blog Quemero y para Tributo.


Mi clásico íntimo
Por Martín Tenca

San Lorenzo (es decir, yo, porque yo no podría ser de otra manera que "de San Lorenzo") y Huracán... A los de adentro y a los de afuera que hoy lo minimizan al remitirlo a la categoría "barrial", les digo, que lejos de reducirlo, lo agigantan, y que si bien el clásico es "el barrio", les cuento que hasta no necesito recurrir al barrio para quererlo tanto.
Sus dimensiones son grandes hasta en un reducto más estrecho que el barrio, es un duelo de entrecasa, un rencor de familia, una disputa tan intensa como pueden ser las disputas íntimas. Para el Cuervo o el Quemero de estirpe, deslucir el clásico es tan absurdo e inaceptable como renunciar al apellido, como desconocer la genealogía.
Ante los que no se detienen a preguntarse quiénes y por qué SON, me rindo. Se los concedo: "El partido ya no tiene tanta importancia..."
Del mismo modo que ante algunos compañeros ocasionales de tribuna, bajo la guardia, les otorgo: "¿Para qué volver a la Avenida La Plata? El Nuevo Gasómetro es cómodo, se ve bien de todas partes y tiene un gigantesco estacionamiento..."
Me rindo sin renunciar a mis sensaciones, porque la identidad la transmiten las vivencias, pero no se impone ni se explica.
Hay hinchas de San Lorenzo e hinchas de Huracán (y demás colores). Es el club que les gusta, que siguen. También hay individuos que "somos San Lorenzo" o "somos Huracán" porque es de donde venimos, es esencia... ¿Cuál será la diferencia el domingo entre ambos? Cuando el árbitro haga sonar el silbato, nos empiezan a rodear los duendes de cada historia. Así que hagan lugar, tengan la gentileza, se solicita por favor.